Por Marcela Fugardo
Puede ser un monograma con las iniciales de la dueña de la casa, en las residencias señoriales/matronales que expresan el habitar más antiguo de San Isidro, como la Casa de Alfaro, la Quinta Marín-Ibañez o la Quinta Elortondo-Armstrong. Allí están, tras el casi enigma de las letras entrelazadas, los nombres de Cecilia Muñoz de Alfaro, Andrea Ibáñez de Marín, o Isabel Armstrong de Elortondo.
Y también pueden verse, rubricando las fachadas, en la cartografía barrial de las viviendas levantadas al ritmo de la modernidad popular. En estos casos, son nombres de señoras que prescinden de cualquier otra señal de identidad.
En ambos universos, el de la arquitectura erudita y el de la arquitectura popular, las mujeres han dejado su marca visible.