A diferencia de la generalidad de las plazas bonaerenses, la Plaza Mitre presenta un rasgo distintivo: se desarrolla en dos niveles, siguiendo la morfología de la barranca. Su parte alta, recuperaba antaño las visuales hacia el río y funcionaba como uno de los varios miradores panorámicos del casco histórico.
La concepción para el diseño original del paseo, como escaparate social, respondió a los mandatos de un romanticismo tardío, que propiciaba el encuentro con el paisaje, dotándolo de valores de jardinería, con tipas, palmeras, arbustos y flores, trazando senderos que invitan a su recorrido (e iluminados en las noches mediante esbeltas farolas), construyendo elegantes escalinatas con balaustres y copones de referencias clásicas, y completando la ornamentación con una fuente.
Cabe entonces hacernos la siguiente pregunta: ¿en qué año llegó la fuente a la plaza principal?
Existe suficiente información gráfica de época (que aportamos con el presente Informe) que, como base documental (y no meramente hipotética), permite recuperar el derrotero y las alteraciones que experimentó la pieza original, hasta su desaparición y su reemplazo por la actual, que no es original.
El primer registro visual que se conoce de la fuente original en la plaza del pueblo (que no se llamó oficialmente Plaza Mitre hasta 1921), fue tomado por Fernando Alfaro (hijo), caracterizado vecino de San Isidro, intendente municipal en 1893. Fue fotógrafo aficionado (muy probablemente el primero en la localidad) y ha dejado el legado de imágenes que testimonian muchos aspectos del San Isidro de fines del siglo XIX: el paisaje ribereño, escenas urbanas y rurales, retratos de los miembros de su familia y del personal de servicio de la casa.
Al
aparecer la fuente en una fotografía donde se observa, detrás, en pie, el viejo
templo parroquial, debe conjeturarse su presencia antes del año de la
demolición, 1895. Allí se distingue su emplazamiento en el sector alto de la
plaza.
La
fotografía registra la existencia de una gran piscina y una fuente de líneas
clásicas, dotada de tres platos que se suceden sobre una base acampanada o
conopial, decorada, y sobre dos fustes de distinto diámetro. El plato superior
descansa sobre la cabeza de una estatuilla, al parecer con forma humana, aunque
no es posible observar mayores detalles de la figura.
Es
importante comprender la importancia del agua y de una fuente en un momento en
que todavía no se tenía acceso al agua corriente en las casas, y todavía
estaban vigentes los aljibes como provisión de agua.
En
las numerosas fotografías históricas de la plaza, existe un período,
estimativamente entre 1905 y 1930, donde no es posible ubicar el lugar de la
fuente: no se hallaba ni en la parte alta, ni en la parte baja de la plaza. Es justo
en el lapso que el paseo se dota de su primera escultura conmemorativa: el
monumento a Bartolomé Mitre (1910), que tomó protagonismo en la parte alta del
paseo; y del reloj floral, que le confirió una marca identitaria a la parte
baja (1913).
En
la siguiente postal de época se observa el monumento a Mitre, inaugurado en
1910, frente al cantero ubicado en el lugar que alguna vez ocupó la fuente.
Todavía la parte alta de la plaza no había modificado la configuración de sus parterres.
El monumento a Mitre, inaugurado en 1910, en una postal de época. MBAHMSI.
El
nuevo reloj floral, inaugurado en diciembre de 1913. MBAHMSI.
¿Dónde estaba la fuente en ese momento? Como ya dijimos, ni en la parte alta
ni en la parte baja de la plaza… ¿quizá fue trasladada a algún corralón
municipal para su reparación? No lo sabemos.
Una
fotografía de la familia Acevedo, de 1932, nos revela que, para ese entonces,
la fuente había sido repuesta, y aparece desplazada hacia los canteros del
sector medio-bajo del paseo, en la ubicación actual. Si bien no es posible observar
en detalle la todavía misteriosa figurilla, se trata de la misma pieza
ornamental.
Fotografía gentileza familia Acevedo, en 1932. MBAHMSI.
Años
más tarde, más precisamente en 1944, una placa fotográfica (vidrio), tomada por
el fotógrafo profesional José Saracco, a pedido del Ing. Orlando Williams,
registra la fuente en el sector medio-bajo del paseo, con el nuevo templo neogótico
como escenario de fondo. En esta toma resulta evidente que la piscina ya no es
la misma.
Fotografía
tomada por José Saracco, revelada sobre placa fotográfica, 1944. MBAHMSI.
La
excelente calidad de la placa fotográfica permite apreciar la misteriosa
silueta que ha sido esquiva en otros registros históricos: se trata de un putti o amorcillo, una figura ornamental
representada como un niño regordete, generalmente desnudo, a veces alado (aunque
no pareciera ser este el caso), simulando en ocasiones el acto de micción
urinaria en juego con los chorros de agua.
Detalle del niño en la antigua fuente de la Plaza Mitre.
Placa fotográfica tomada por José Saracco, 1944. MBAHMSI.
En
realidad, las estatuas de niños en las fuentes, provienen de la época
grecorromana, y volvieron a aparecer en el Renacimiento italiano como niños
alegres y sonrientes orinando, como si hicieran una travesura, con el nombre de
putto mictans (putto=niño desnudo, mictans=orinar).
También llamados spiritello d'acquao,
que significa “duendes del agua”.
Fue
el escultor Donatello quien popularizó estas figuras en el Renacimiento. Luego,
con el desarrollo de la fontanería, fue posible la fabricación de esculturas
que pudieran “orinar” agua. En estos “niños meones”, dado que su espíritu
infantil representa la inocencia, el agua que cae sería justamente agua y no
orina. La figura del niño perseguía un motivo cómico y decorativo, representaban
la inocencia y la diversión, y seguramente esa fue la intención de su autor.
Fotografía gentileza Sra. Sonia Luques. Circa 1965.
La
anterior fotografía, tomada circa 1960 desde el sector bajo de la plaza, ofrece
una imagen de la fuente con sus tres platos originales y el niño. Las niñas
posan haciendo equilibrio sobre el borde de la piscina, y dirigen su mirada al
fotógrafo… al igual que el niño.
En
la misma década, durante el rodaje de la película "Los muchachos de antes
no usaban gomina" (1969), la fuente persiste en el mismo sector, aunque ya
despojada del último plato con la estatuilla del niño en el tramo superior. Sin
perjuicio de ello, en alguna escena se observan los flujos de agua que se vierten
desde los platos, lo cual revela que su surtidor se mantenía aún en
funcionamiento en aquella época o, al menos, con motivo del rodaje de la escena
fílmica.
Escena
de la película "Los muchachos de antes no usaban gomina", 1969.
Es decir, entre 1960 y 1969, la fuente histórica perdió la figurilla del niño y el plato superior. ¿Fue un caso de vandalismo o un rapto de exceso de pudor de alguna autoridad municipal? Y en tal caso, ¿dónde está hoy el niño de la fuente? No lo sabemos. Sin duda, se trató de la pérdida de la integridad original de la pieza ornamental y del patrimonio de San Isidro.
Los
hermanos Inés y Santiago Eastman, en 1979. Fotografía gentileza Alicia Chiappe.
Fotografía
tomada el 16 de marzo de 1996.
Gentileza
de María Cristina Rodríguez y Carlos Miguel Lizza, vecinos de Villa Adelina.
Para
1996, y a pesar de la pérdida de su último tramo, la fuente todavía era una
pieza de marcada identidad de la Plaza Mitre, no es casual que María Cristina y
Carlos, vecinos de Villa Adelina, posaran al pie de la fuente para su álbum de
recuerdos del casamiento (una práctica repetida cuando la plaza lucía un mayor
esplendor). Aunque en la fotografía se observa un incorrecto tratamiento de
pintura sobre la pieza de fundición.
Dos
años después, en 1998, ya inaugurado el Tren de la Costa, la plaza
fue “puesta en valor” y la pieza
original ya no se observa en las fotografías.
Cabe preguntarnos finalmente: ¿dónde fue a parar la fuente original o lo que quedaba de ella? Intentamos averiguarlo, pero infructuosamente.
La fuente actual, cercana a la bajada sobre la calle La Salle, ni es parte del equipamiento original, ni ofrece valores artísticos notables, ni tampoco concita apegos identitarios, provocando una interrupción en las visuales del cantero alongado en el eje central.
Sin
embargo, existen componentes inmateriales relacionados con la presencia allí de
una fuente, como hemos visto, desde finales del siglo XIX; es decir, más allá
de su materialidad, conservar la memoria del agua en ese lugar, sería una
acción virtuosa para la identidad del paseo, aunque el nuevo dispositivo aquífero
debería ofrecer un diseño neutro, evitando falsos históricos.