jueves, 17 de julio de 2025

ANALOGÍAS EN DIFERENTE ESCALA PARA UN MISMO RUBRO

 Por Marcela Fugardo



Tanto la histórica Confitería El Molino como la panadería La Argentina, en San Isidro, han apalancado su fuerte protagonismo edilicio en una ineludible esquina, cuyos edificios además de ofrecer aspectos de lenguaje expresivo epocal de interés común, rematan en una cúpula que se torna fuertemente identitaria. 

Los avisos comerciales de ambos establecimientos apelan a la viñeta del edificio como marca de identidad inconfundible en el paisaje urbano del barrio.





miércoles, 16 de julio de 2025

SINOPSIS HISTÓRICA ESCUELA MUNICIPAL MALVINAS ARGENTINAS, UBICADA EN JULIÁN NAVARRO 2010 (BECCAR)

Por Marcela Fugardo


La chapa ovalada esmaltada, con el tradicional escudo de San Isidro, 
ubicada sobre el acceso a la Escuela como señal de identidad institucional.


Las tierras donde se emplaza y su semblanza pasada: el Monte Viejo

La Escuela Municipal “Malvinas Argentinas” se encuentra emplazada en terrenos adquiridos hacia 1868, por los señores Sambucetti y Peluffo. Parte de esas tierras las alquilaban para ser explotadas como quintas de verduras y hornos de ladrillo. Además, instalaron un almacén de ramos generales en la esquina de Av. Rolón y Marconi. 

Aquel paraje de Beccar era, para fines del siglo XIX y principios del XX, zona de quintas de verduras, duraznos y flores; también existían tahonas sobre Av. Rolón (conocida como “la calle de la Tahona”) y numerosos hornos de ladrillo. 

Vecino a las tierras de Sambucetti y Peluffo, se encontraba la chacra “Monte Viejo” que era por sus dimensiones (contaba con 17 hectáreas) y por la belleza de su paisaje arbolado, un sitio de referencia en aquella parte del territorio de Beccar: los pobladores la utilizaban como referencia y decían “pasando el Monte Viejo”). 


Detalle del plano de remate de la Quinta “Monte Viejo” en 1933. MBAHMSI.



A partir de los años de 1930, se acentuó el perfil industrial del barrio y comenzaron a construirse conjuntos de casas modestas, lo cual movió, en 1958, a las autoridades eclesiásticas (la diócesis había sido creada en 1957), a establecer una Base Apostólica. Solicitan a la Municipalidad varios terrenos, entre ellos, el de la escuela, en la esquina de Julián Navarro y Clemente Onelli, que según Catastro de la Provincia de Buenos Aires se designaba: VII A 49b "Reserva Fiscal”.

En mayo de 1959 comenzó a celebrarse Misa en aquella esquina, en un galpón como capilla con carácter provisorio, para la atención pastoral de la zona, que dependía de la parroquia de Lourdes. Más tarde se amplió la iniciativa a una escuela.

En 1960, la ya conformada Sociedad Cooperadora Pro Templo y Escuela Parroquial “San José Obrero” (cuyo sello lleva la dirección Onelli y J. Navarro, Monte Viejo, Beccar) solicitó un subsidio a las autoridades provinciales para continuar con la obra de la escuela “comenzada y realizada ya en dos aulas con paredes a la altura del techado que les corresponderá”.

El día 2 de Mayo de 1962 comenzó a funcionar la escuela “San José Obrero” con cerca de 40 chicos, en sus dos grados (1.º inferior y 1.º superior). La dirección estaba a cargo de la Srta. María Luisa von Grolmann y la Guardería infantil atendida por la Srta. Ana María García Berro. Un año después, fue oficializada por el Ministerio de Educación.

En 1965, la diócesis adquirió el terreno de la calle Roma, en la misma manzana, y tiempo después, comenzó a levantar la capilla “San José Obrero” con los aportes humildes pero valiosos de los fieles.

Un informe del año 1969, de las Hermanas Benedictinas de la Epifanía que realizaban su tarea misionera en el barrio “donde funciona la escuela y capilla San José Obrero”, señalaba: "El barrio es extenso y muy poblado. Los vecinos son en su mayoría obreros. Entre los jóvenes hay algunos estudiantes secundarios pero no conocemos ningún universitario. Hay una mayoría de familias de origen italiano y español y también gente de provincias".

Pero en 1973 se dispuso el cierre de la escuela, ante lo cual un grupo de padres, docentes y vecinos comenzaron a gestionar la apertura de una nueva escuela que diera continuidad a la anterior. 

En 1974 la Municipalidad de San Isidro asumió la representación legal de la Escuela que pasa a llamarse ahora, por elección de los padres, Malvinas Argentinas. Aquellos inicios fueron en un edificio precario, sin sanitarios adecuados, y con mobiliario aportado por los vecinos. Aun así comenzaron a dictarse las clase de 1.º a 7.º grado y cuatro salitas de Jardín, con un total de 244 alumnos. En el turno mañana funcionaban dos salas de jardín y 5.º, 6.º y 8.º grado de primaria, mientras en el turno de la tarde asistían niños de 1.º, 2.º, 3.º y 4.º grado y dos salas de jardín.

En 1981, la Municipalidad de San Isidro impulsa la concreción de un nuevo edificio para la Escuela, en la esquina de Julián Navarro y Clemente Onelli, encomendó el proyecto al Estudio Laciana, Ortiz y Vahedzian. 


Aspectos arquitectónicos

Nombre: Escuela “Malvinas Argentinas”
Ubicación: Julián Navarro y Clemente Onelli, Beccar (Partido de San Isidro).
Proyectista: Estudio Laciana, Ortiz y Vahedzian
Asesores: Leonardo Chulimir (estructura); Arq. Jorge Zunino (instalaciones eléctricas); Alfredo Rodríguez (Instalaciones sanitarias).
Empresa constructora: Torasso-Denard Construcciones S.R.L.
Superficie del terreno: 690 m2
Superficie cubierta: 815 m2
Año del proyecto: 1981
Inauguración: Noviembre de 1982



Revista Summa 188. Junio de 1983.

La espacialidad interior del edificio responde a su función escolar, destacándose el hall de acceso con altura doble que da lugar a una pasarela o balcón corrido de circulación en el piso superior, donde la escalera asume un fuerte protagonismo plástico y a la vez funcional. La solución de la cubierta a dos aguas con amplios paños también aporta una fuente de luz natural.


Revista Summa 188. Junio de 1983.

El aspecto exterior del moderno volumen edificado responde a la voluntad de forma de la post modernidad, donde el frontón de remate remite al historicismo de los tímpanos clásicos dotados de óculos, o los gabletes medievales. Hay, de alguna manera, una semblanza industrial en la morfología general del volumen, que se refuerza con el criterio de la fenestración horizontal y la textura muraria del aparejo de ladrillos vista.


Revista Summa 188. Junio de 1983.

Sin duda, la escala del edificio, la modernidad neta de sus formas geométricas y su pregnancia visual, lo convierten en un hito visual dominante en el barrio, más allá del aprecio identitario que los vecinos proyectan sobre el sitio.



En 1991 el Jardín de Infantes se trasladó a la calle Posadas 2090 (Beccar), pasándose a llamar Jardín de Infantes Municipal N.º 8 “Malvinas Argentinas”.

En 1996, con la Reforma de la Ley Federal de Educación, la Municipalidad de San Isidro construyó 2 aulas nuevas y baños para niñas y varones, para el funcionamiento de 8.º y 9.º año.

En 2006 se estableció la creación de la ESB (antiguamente 3.º Ciclo de la EGB), así la Escuela cumplía con brindar a su comunidad educativa los seis años de Educación primaria y tres de Educación Secundaria Básica.

En 2010 la Municipalidad de San Isidro adquirió el inmueble contiguo al edificio existente para ampliar sus instalaciones. El 3 de agosto de 2011 se inauguraron las obras que posibilitaron que todo el nivel primario funcionara en la planta baja y el nivel secundario, en el primer piso. La nueva ampliación dotó a al escuela de dos nuevas aulas, baños para niños y niñas de los grados inferiores, baños para docentes, gabinete psicopedagógico, amplia cocina, calefacción, patio, salón de usos múltiples, baño para discapacitados y rampas de enlace para la integración de ambos edificios. La escuela contaba entonces con 700 alumnos entre los dos turnos y los dos niveles.

En 2012 ocurrió la promoción de los primeros alumnos de nivel secundario.

El 9 de noviembre de 2020, la Escuela Municipal “Malvinas Argentinas” fue la primera institución pública habilitada en la Provincia de Buenos Aires para retomar las clases luego de la cuarentena, junto a un colegio de Tres de Febrero.

En 2025 la Escuela celebró su cincuentenario. 






Archivos y bibliografía consultada

- Caja 12/127. Folletos de remate. Quinta Monte Viejo. Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal de San Isidro “Dr. Horacio Beccar Varela”.
- Archivo Obispado de San Isidro. Caja “San José Obrero”.
- Historias de los Colegios Privados. Municipalidad de San Isidro, 2008.
- León. Guillermo: Historia de la diócesis de San Isidro. Carlos Vicino Editor, 1993.
- Revista Summa 188. Junio de 1983.






LA PLACITA DE LOS LECHEROS (DIAGONAL TUCUMÁN, SARGENTO. CABRAL Y JUNCAL, MARTÍNEZ).

Por Marcela Fugardo


Esta pequeña plazuela o “placita”, conocida popularmente como “la placita de los Lecheros", es portadora de una memoria identitaria barrial, asociada a un hecho concreto de la vida social y económica de la localidad de Martínez: el haber funcionado en su exiguo triángulo, en la década de 1940, como una parada para los proveedores de leche, que estacionaban sus carros en ese punto y cumplían las operaciones de distribución desde allí: “a la madrugada llegaban camiones de la Usina Santa Elena y de ULYT –Unión de lecheros y tamberos– y descargaban cientos de canastos de alambre con botellas de leche, y rodeando la placita había un montón de carros a caballos de lecheros, todos los de Martínez que no eran pocos” (testimonio del Sr. Coco Santarcieri). Es decir, cargaban allí su leche y salían a repartir casa por casa todos los días de la semana.

Sin duda, existen en la actualidad, vecinos y vecinas que han sido testigos de esta presencia en el lugar y para quienes el sitio adquiere un significado afectivo, unido a sus vivencias personales, como a las vivencias de otros residentes en el barrio en aquellos años.

En algún momento, los lecheros tuvieron que cambiar su sitio de aprovisionamiento porque la empresa de Obras Sanitarias de la Nación necesitó aquel lugar para realizar una perforación de 90 metros de profundidad para la extracción de agua potable, y su distribución en la zona (dispositivo hoy reemplazado y desafectado). 

Los trabajos recientes pusieron a la vista el recinto de la máquina de bombeo, y se puede observar que, en algún momento, fue demolido y "cegado" con materiales, lo cual, lamentablemente, nos ha privado de un testimonio material-espacial interesante del llamado “patrimonio de la infraestructura de servicio, que es parte del más amplio espectro del Patrimonio industrial local.


Por otra parte, mediante la Ordenanza Municipal N.° 5765 del 3 de septiembre de 1982, se impuso a esta plazoleta el nombre de “Francisco Romero”, llamado “El filósofo de Martínez”. Esta iniciativa surgió del entonces Delegado de Martínez, impulsada por la notabilidad de la figura del vecino Francisco Romero, cuyo último domicilio fue la calle Eduardo Costa n.º 2660. Sin embargo, este nombre nunca figuró en la cartelería urbana ni en el conocimiento de los vecinos. 

Ello amerita que, ante cualquier operación de señalética que se concrete en el sitio, sea conveniente aunar ambos nombres sin excluir ninguno de ellos: el oficial de la Ordenanza, con el popular de los usos tradicionales.

En cualquier caso, la plazuela logra unir las dos vertientes del Patrimonio, al dar soporte material o espacial a ciertas maniobras de un oficio de antaño y a un modo de consumo que también se ha modificado, que se activan en la memoria inmaterial de quienes lo evoquen.

De ahí que la recuperación del nombre “de los Lecheros” para ese enclave sea, sin duda, un modo de resignificación del lugar, capaz de provocar apropiaciones afectivas locales, toda vez que el sitio es inconfundible y no encuentra réplica en otra plaza del distrito.

A ello se une también, la recuperación de la memoria de Francisco Romero, vecino de Martínez, cuyo homenaje no pasó de la letra impresa en la norma municipal.

Como señalé antes, el nombre Plazoleta “Francisco Romero” (antigua placita de los lecheros), vendría a cubrir las dos vertientes de memoria toponímica: la memoria barrial que atribuye sentidos identitarios al lugar, y la memoria pretendida por la Ordenanza que impone el nombre del vecino Francisco Romero.

Mi especial agradecimiento a la Asociación del Recuerdo de Martínez por la información acerca de la historia de la placita de los lecheros, compilada oportunamente por el Sr. Coco Santarcieri.


La Placita de los Lecheros
Martínez, año 1940
Por Coco Santarcieri
Vecino de Martínez

Todavía puedo oler el aroma tibio de la leche recién embotellada cuando cierro los ojos y dejo que la memoria me lleve a aquellos días. Era 1940, y yo tenía apenas seis años. Cada mañana, al caminar hacia la Escuela N.º 9 con la cartuchera de madera bajo el brazo, pasaba por la plazoleta en la intersección de Diagonal Tucumán, Sargento Cabral y Juncal, esa que todos conocíamos como la placita de los lecheros.

Allí, antes que el sol asomara del todo, ya se escuchaba el trajín. Camiones de la Usina Santa Elena y de la ULYT —la Unión de Lecheros y Tamberos— llegaban como un ejército puntual. Desde sus cajas descargaban canastos de alambre llenos de botellas de vidrio, donde la leche brillaba blanca como la luna. Alrededor, aguardaban los carros a caballo de los lecheros, en su mayoría hombres de Martínez, que no eran pocos. Cargaban su ración y se lanzaban a la ciudad, a repartir casa por casa, sin descanso, siete días a la semana.

Era un ritual, un pequeño mundo en sí mismo. Cada quien sabía su parte, y nosotros, los chicos, los mirábamos con una mezcla de admiración y costumbre. ¿Quién no conocía al menos a dos o tres lecheros? Eran parte del paisaje, como los árboles de la plaza o los faroles de hierro forjado.

Pero un día, de repente, la placita cambió. Apareció un cerco alto y cerrado. Ya no estaban los lecheros. En su lugar, se alzaba una torre metálica que parecía un esqueleto de gigante: una máquina perforadora de Obras Sanitarias de la Nación. Habían venido a hacer un pozo profundo para extraer agua potable. A veces, la torre desaparecía por semanas, y luego volvía, como si siguiera buscando algo en las entrañas de la tierra. La última vez que pregunté, me dijeron que el pozo llegaba a los 90 metros. Noventa metros de misterio bajo nuestros pies.

Los lecheros no desaparecieron, claro. Solo se mudaron. Se instalaron en un galpón que don José Viñas tenía desocupado, en la esquina de General Pirán y Luis Sáenz Peña —justo donde nací—. A veces el ruido de los carros o de las botellas chocando nos despertaba antes del alba, pero nadie se quejaba. Era el sonido del trabajo, y en aquellos tiempos, trabajar no era molesto: era vivir.

Con el tiempo, la torre también se fue. Obras Sanitarias fue privatizada, se interrumpió la extracción de agua, y se tapó el pozo. Cerraron la bajada con su escalera, y la tapa cuadrada en el centro de la placita —que todos los días los hombres del cloro abrían para controlar los niveles—, también desapareció. Yo recuerdo mirar adentro y ver las paredes azulejadas, limpias, frías, como un pozo de secretos.

El 3 de septiembre de 1982, el municipio decidió bautizar ese lugar con el nombre de “Francisco Romero”, el filósofo de Martínez. Prometieron ponerlo en valor, instalar un grupo escultórico. Pero como tantas promesas, se evaporó en el aire. Y ahí está aún nuestra placita de los lecheros, callada, esperando.

A veces paso por ahí, ya de viejo. Y si me detengo un momento, me parece escuchar el sonido de un caballo pisando el adoquín, el tintineo de botellas de vidrio y la voz de algún lechero saludando con un “¡buen día!” que atraviesa los años.

Y entonces sé que la memoria, como el agua y la leche, siempre encuentra una forma de volver a la superficie.











PRESENCIA DE LAS HERMANAS DE LA VIRGEN NIÑA EN LAS BARRANCAS DE SAN ISIDRO (anticipo del libro con la historia completa de la quinta Elortondo-Armstrong y el Instituto Vocacional San José, de próxima aparición)

Por Marcela Fugardo



Foto revista Atlántida, 1945. MBAHMSI.

Al crearse el Preseminario escolar, en el año 1938, el cardenal Santiago Luis Copello confió la dirección de la casa a las Religiosas de la Congregación de la “Virgen Niña”, cuya pericia y experiencia en la educación de la niñez era ya conocida en los establecimientos similares que dirigían  en Buenos Aires y otras ciudades.

La Congregación había sido fundada en Italia por la religiosa Bartolomea Capitanio (hoy santa de la Iglesia), quien en 1832 echó los cimientos de su Instituto, con la cooperación de la joven, Catalina Gerosa (también declarada santa). Para 1847 se habían fundado 26 casas, atendidas por 247 hermanas.

Llegaron a la Argentina en 1909 y asistieron al comienzo a la colectividad italiana de Buenos Aires, especialmente en el Hospital Italiano. En 1938, ya era una Orden consolidada y activa en la Capital y el interior, y con el tiempo seguiría creciendo aún más.

Su rol en San Isidro aunaba el empeño de su inteligencia y de su corazón como maestras y a la vez como custodias maternales de los niños de la escuela, que aunque no eran huérfanos, vivían en un régimen pupilar, alejados de sus familias durante el año escolar.

Sus tareas abarcaban la administración general del establecimiento, la educación de los niños y su instrucción desde 3.º a 6.º grados, el orden, aseo y mantenimiento del lugar, y la ropería y cocina, ayudadas por el personal laico de servicio. 

Formaron la primera comunidad en esta casa la superiora, Hna. Carmen Andrighetti, la Hna. Teresa Lizza, la Hna. Battistina Colombo y la Hna. Lucía Primón. A lo largo de los años, la Congregación mantuvo regularmente cuatro hermanas en la casa. 

El desempeño de las religiosas en ambas esferas, la educativa y la doméstica refuerza ese rol de “madres sustitutas” que debieron cumplir durante cada año lectivo. Ellas fueron las primeras y germinales formadoras sui generis de aquellos potenciales seminaristas y, en tal carácter, su responsabilidad fue tan enorme como su compromiso con aquella misión.

La Hna. Carmen Andriguetti estuvo al frente del Instituto hasta su fallecimiento, en 1964.

Tras cumplirse 86 años desde su instalación en la casa y 46 años desde su retiro de ella, las autoridades del Instituto han creado este “espacio de recuerdo” dedicado a las Hermanas que actuaron en el Instituto. 



La imagen de la Virgen Niña que aquí se exhibe proviene del Seminario de Villa Devoto, adonde fue llevada hace muchos años. Perteneció a la Congregación de las Hermanas y hoy se custodia en el Instituto Vocacional San José, en el espacio “mariano” de la Sala Comunidad.

Está realizada en cera pintada y probablemente sea de procedencia italiana.


Los nombres de las Hermanas de la Virgen Niña que residieron y trabajaron en San Isidro son: 

ANDERENGGEN, María Elizabetta. Hermana María Isabel 

ANDRIGHETTI, Carmela. Hermana Carmela 

BENEDUCCI, Isabella. Hermana Isabella 

BRANDOLÍN, Amelia. Hermana Amelia 

CARAVINA, Rosa. Hermana Rosa 

CARNELLI, Arquímedes Leopoldina. Hermana Concepción 

COLOMBO, Battistina. Hermana Battistina 

D’AGOSTIN, Santina. Hermana Santina 

DÍAZ, Ludovina María. Hermana Elisa 

FALCO, Rosa Angélica. Hermana Rosa Angélica 

FOLCINI, Enriqueta Ángela. Hermana Margarita 

FORCHIASIN, Elda. Hermana 

IACUZZI, Leticia. Hermana Leticia 

LIZZA, Teresa. Hermana Teresa 

MALANCHINI, Marina. Hermana Marina 

MELO, María Pía. Hermana Pía 

MILESI, Pierina. Hermana Pierina 

PRIMON, Lucía. Hermana Lucia 

VÉLEZ FUNES, María Luisa. Hermana María Luisa 

VIOLA, Lidia Cecilia. Hermana Francisca 

YACUZZI, Isolina Delia. Hermana Isabel 


Recemos por ellas para que, desde la gloria del Cielo y junto al Señor Jesús y su Madre la Santísima Virgen, ellas recen por nosotros.









VALORACIÓN PATRIMONIAL DE LA SUBUSINA DE MARTÍNEZ, UBICADA EN LA CALLE VICENTE LÓPEZ N.º 39.

Por Marcela Fugardo



Identidad del edificio

Construido en 1924 por la Compañía General de Electricidad, la cual había ganado el año anterior la licitación del servicio de suministro por diez años, el edificio constituye un testimonio de la cultura industrial de los albores de la provisión de electricidad al entonces pueblo de Martínez. Las letras, caladas por debajo de la cornisa, enuncian la identidad del lugar y pronuncian un discurso de memoria asociada al suministro eléctrico. Los números romanos sobre el parapeto superior registran la fecha de su construcción: MCMXXIV.


Acerca de su construcción y ampliación

El Expediente municipal N.º 20-C-1924 se inicia con una nota mecanografiada dirigida al intendente municipal de San Isidro, fechada en San Fernando el 14 de enero de 1924, donde la empresa solicita el pronto despacho para la aprobación de los planos de construcción de un edificio para la instalación de “una sub-usina primaria, oficina de reclamos, casa de habitación para el encargado del Partido, galpones de materiales y caballerizas”, en el terreno, propiedad de la Compañía Argentina de Electricidad, de la calle Vicente López entre la Av. Centenario (sic.) y Albarellos, en Martínez, Manzana A, lotes 9 y mitad del 10. Cabe mencionar que esta compañía había obtenido entonces la licitación por diez años y, de acuerdo con el contrato de concesión vigente, quedaba eximida del pago de derechos construcción.

Acompañaban la nota dos planos: N.º 2120 - “Sub-estación en Martínez” y N.º 2121 - “Caballeriza y cochera (Anexas a la subestación Martínez)”; ambos fechados en San Fernando el 2 de enero de 1924 y firmados por el arquitecto suizo Gaspard Bornhauser (1860 - 1929).

El 26 de enero se expidió el ingeniero municipal Tomás R. Salas aprobando los planos presentados, y ratificando que, de acuerdo al contrato, les correspondía la eximición del pago de derechos. El día 31 se extendió el permiso de construcción, elevando el Expediente a la Oficina de Impuestos a efectos de notificar al solicitante, lo que se despachó el 1.º de febrero.

En la planta baja del inmueble se ubica la Oficina de reclamos con acceso directo desde la calle; en la parte posterior, un gran sector subdividido para alojar los transformadores, que viene a ser el meollo tecnológico del lugar. Una escalera conduce a la casa del encargado, en el primer piso. Allí, desde el vestíbulo se accede a la cocina, al baño y al comedor, y desde este último al dormitorio. Hacia el fondo del terreno, con acceso franco desde un portón en la línea municipal, se ubicaban la cochera y el pesebre para los caballos.

El plano para “Caballeriza y cochera” da cuenta del uso, todavía en aquel entonces, de la fuerza motriz animal para transporte. En el corte B-B, se observa el entrepiso, donde se conservaba el forraje para alimentar los caballos.


Acerca de la empresa CADE

La Compañía Argentina de Electricidad S.A. –la CADE– (luego sucesora de la CATE), inició sus operaciones en 1909, adquiriendo la usina que tenía instalada en San Fernando los señores Rufino Varela, con Carlos y Ángel Cúneo. La nueva sociedad suministraba corriente eléctrica al mencionado Partido y a los de Vicente López, San Isidro y las Conchas. Posteriormente, y en forma paulatina, fue extendiendo sus servicios a otros partidos; y así, en 1929, suministraba corriente eléctrica, además de los nombrados partidos, a los de Morón, General Sarmiento, Moreno, Merlo, La Plata, Magdalena, Pilar, General Rodríguez, Marcos Paz, General Las Heras, Cañuelas, Esteban Echeverría, San Vicente y Brandsen.

En San Isidro le fue otorgada la concesión del servicio, por 10 años, en 1923.

En 1936 cuando la CADE se hizo cargo de los servicios que prestaba en la ciudad de Buenos Aires y Avellaneda la Compañía Hispano Americana de Electricidad (CHADE), sucesora de la Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad (CATE).

En 1958 la CADE integró como accionista mayoritaria la empresa mixta Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (Segba), vendiendo sus acciones al Estado argentino en 1961.


Acerca del autor del edificio 



El arquitecto Gaspard Bornhauser nació el 12 de enero en Weinfelden, cantón de Turgovia. Estudió en el Technicum Winterthur de Suiza y en l'Ecole des Beaux Arts de París donde se graduó de arquitecto en 1883. Arribó a la Argentina en 1886 y comenzó a trabajar en Buenos Aires en 1888 con estudio en Cuyo (actual Sarmiento) 2489. 

Participó en el proyecto y la construcción de vías férreas en el sur de las provincias de Buenos Aires, Neuquén y Río Negro. Diez años después de obtener su título de competencia en arquitectura realizó las residencias del Dr. Simon en San José 1409, el edificio de Bartolomé Mitre 2800, para Gorbea el edificio de Condarco 345 y el de Christophle en Condarco 355. También tuvo a su cargo las obras de Pedro de Mendoza 2691, Montevideo 752-754, Carmen 51, Bartolomé Mitre 1699 y el hotel de Av. Caseros 677-679 (c. 1910). 

Formó empresa con su hijo Gaspar H., con quien realizó los edificios de Sarmiento y Callao, Viamonte 1727 y 2085, Sarmiento 1331, Tacuarí y Belgrano 901 y Arguibel 2875. Una vez establecida como “Bornhauser Empresa Constructora”, construyó el edificio de Hidalgo 25 y 35. Falleció el 7 de junio de 1929 y sus restos descansan en el Cementerio alemán de Buenos Aires.

- Datos biográficos: Alemanes en la Arquitectura argentina. Buenos Aires, CEDODAL, 2005.


Fotografía de Gaspard Bornhauser 
publicada en la Revista de Arquitectura N.º 103, 
Julio de 1929.

Sepultura familiar Bornhauser. 
Cementerio Alemán de Buenos Aires.


Arquitectura sistémica: dos edificios de igual autoría y de similares características en el Partido de San Fernando

A efectos de darle a la Usina un marco de arquitectura sistémica, presentamos la siguiente fotografía que registra el edificio sede de la Compañía Argentina de Electricidad, ubicado en el Partido de San Fernando, en la esquina de 3 de febrero y Sarmiento, frente a la plaza principal, también obra de Gaspard Bornhauser. El edificio exhibe en su fachada la marca de autoría del arquitecto y, en la actualidad, funciona allí la fiscalía local. 



La marca de autoría aún presente en los sillares de la actual fiscalía de San Fernando.

A media cuadra, sobre la calle Sarmiento, se encuentra la Subusina San Fernando, de análogas características arquitectónicas que la de Martínez. Su frente exhibe un gran farol de época y las letras caladas “SUB USINA SAN FERNANDO”.





Valoración patrimonial de la Subusina de Martínez

El inmueble en cuestión tiene un diseño que responde al estilo industrial funcional de principios del siglo XX, característico de la arquitectura vinculada a la generación y provisión de energía, y cuya preservación resulta fundamental, dado que este tipo de construcciones establece una conexión visible con la historia, la cultura y la memoria de nuestra comunidad.

Este inmueble configura, además, un registro material de las transformaciones tecnológicas en el ramo de los servicios públicos para la comunidad local.

Por otra parte, debe señalarse favorablemente el estado de preservación de la autenticidad compositiva de su fachada, más allá de detalles de incorrecta aplicación de pintura superficial.



Detalles de sillería de lenguaje neoclásico en la fachada.

En efecto, esa fachada acusa (aunque interferidos por acotados elementos decorativos, como por ejemplo los dentículos por debajo de la cornisa, entre otros) algunas notas propias de los edificios industriales y ferroviarios de la época, tales como el despojamiento general de recursos ornamentales en relieve, los arcos rebajados en las aberturas de la planta baja, los paños repartidos de tipo fabril y sin celosías (para optimizar el ingreso de la luz diurna) de la ventana en esa misma planta, el tratamiento plástico de los seudo sillares que, en los ángulos de los planos salientes a modo de pilastras, exhiben perfiles dentados, etcétera.

Por otra parte, mantiene su protagonismo volumétrico y expresivo-formal en la cuadra, tratándose del edificio más antiguo en ella.

En suma, el edificio reune valores de singularidad (es el único en su tipo en Martínez), de memoria industrial de época asociada al suministro eléctrico, de conexión sistémica con otros edificios de la misma compañía (he aquí un punto inherente a la actual doctrina de los bienes patrimoniales que integran sistemas de arquitectura funcional), de lenguaje estético epocal y de autoría cierta.





RELEVAMIENTO Y VALORACIÓN PATRIMONIAL DE LAS CALESITAS DEL PARTIDO DE SAN ISIDRO

Por Marcela Fugardo


En los últimos tiempos, el concepto de patrimonio cultural extendió sus fronteras al territorio de la vida cotidiana, las identidades barriales, los patrimonios de cercanía, etcétera. La calesita, un juego entrañable en el paisaje del barrio y, con frecuencia, de la plaza, suele estar presente en tres momentos vitales de los vecinos: de niño en compañía de sus padres; de adulto, cuando acompaña a sus hijos y. más tarde, cuando ya es abuelo, lleva a sus nietos. Difícilmente se logre escapar de por lo menos a uno de estos tres momentos, que se asociarán mayormente a recuerdos felices.


Calesita de la Plaza 9 de Julio, Martínez. Archivo Asociación del Recuerdo.


Valoración patrimonial de las calesitas

1- Como juego o entretenimiento infantil asociado a un artefacto motorizado que describe un movimiento rotatorio continuo, equipado con figuras de animales, personajes o vehículos a modo de asientos, y con el acompañamiento de música. Todas estas características (sumadas al desafío de arrebatar la sortija), hacen de las calesitas un fenómeno identitario singular, que remite al país patrimonial de la niñez y sus imaginarios.

2- Su progresiva desaparición de los barrios convierten a aquellas que aun funcionan en bienes patrimoniales escasos, que mantienen activada la memoria de los adultos que alguna vez las frecuentaron, y que, a la vez, proveen un disfrute actualizado a los niños del presente que, dentro de varios años, las recordarán como parte inseparable de sus vivencias identitarias y de sus arraigos afectivos a determinados lugares.

3- Su pérdida completa afectaría, pues, a las generaciones adultas (al privarlas de un dispositivo de memoria identitaria) y a las generaciones infantiles del presente (al privarlas de un juego entrañable que, algún día, se convertirá en un recuerdo).

4- Por otra parte, su presencia inconfundible en el paisaje de los barrios, con la singularidad que las distingue (morfología, colores, decoración, música, movimiento, etcétera) es una marca urbana reconocible y evocativa. A punto tal que, cuando una vieja calesita ha sido retirada de su sitio tradicional, el terreno vacío queda referenciado por los vecinos, con cierta nostalgia, como: “Aquí estaba la calesita…”.

5- También es ponderable el rol de los calesiteros o calesiteras, guardianes de un oficio y, en algunos casos muy señalados, son parte inescindible de la experiencia de “ir a la calesita”, como el caso de Ana María en Villa Adelina, figura reconocible que mereció una declaratoria de interés del Honorable Concejo Deliberante en 2022.



Relevamiento y ubicación de calesitas sanisidrenses en 2025


En la actualidad, son cinco las calesitas del partido de San Isidro:

-        Plaza Castiglia (San Isidro).

-        Plaza Manuel Belgrano (Villa Adelina)

-        Paseo de los Inmigrantes (Villa Adelina)

-        Plaza Almirante Brown (Villa Adelina)

-        Plaza 9 de Julio (Martínez).


Aspectos descriptivos y fotografías:

A continuación ofrecemos el listado de las cinco calesitas con algunos datos históricos (lo que ha sido posible recabar) y una breve descripción.

 

SAN ISIDRO

Calesita de la Plaza Castiglia

Don Bosco, Garibaldi, Jacinto Díaz y Monseñor Alberti.


 

La cortina y el biombo, que consta de doce paneles, se encuentran integradas a la base. Los bastidores lucen los clásicos dibujos infantiles de Walt Disney (y sus películas), pintados a mano. En cambio en el sector del biombo alternan dibujos con posters.

Una variedad de animales, autos y lanchas conviven en armonía. Como remate, la calesita luce la figura de un Minion alternativo (es de color azul mientras los Minions son amarillos), que vino a reemplazar a un caballito.




VILLA ADELINA

Calesita de la Plaza Manuel Belgrano

Martina Céspedes, Deán Funes, La Calandria y Gdor. Emilio Castro.


En 1982, con motivo de reformas en la Plaza “Gral. Belgrano” se previó un sector el lugar para una calesita, en la esquina de Deán Funes y Martina Céspedes. Los paneles de su cortina y de su biombo exhiben dibujos infantiles pintados a mano. Allí se pueden ver Anteojito, el tío Rico, Patoruzito, etcétera.

Bajo su techo conviven cuatro caballos, una nave espacial, un planeador, un cisne, un banco de a dos, dos burritos y el elefantito Dumbo. Como remate, la calesita exhibe un brioso corcel tallado.




VILLA ADELINA

Calesita del Paseo de los Inmigrantes

El Indio, Piedrabuena, Soldado de Malvinas y las vías del ferrocarril.


El sector de la cortina alterna sus paneles con hileras de bombitas de colores. Los dibujos pintados a mano, lucen personajes de Walt Disney, Hanna-Barbera, los Pitufos, el Correcaminos, de Looney Toons. Las figuras de caballos, autitos, leones, cisnes, dinosaurio y un helicóptero, son todas de fibra de vidrio y son fijas, es decir, no suben ni bajan.

Como remate la calesita exhibe un brioso corcel rampante.

De las cinco calesitas del Partido de San Isidro, esta es la única que tiene un espacio libre entre la plataforma y la parte central, lo cual, sin supervisión de los padres, puede resultar peligroso. 





VILLA ADELINA

Calesita de Ana María
Plaza Almirante Brown/ Los Plátanos, Martín Rodríguez, Soldado de Malvinas e Independencia.

Girando desde 1983, en la Plaza “Almirante Brown”, la calesita de Ana María, ha ganado su lugar en el corazón de varias generaciones de villadelinenses. Ana María Fuentes adquirió esta calesita, que estuvo instalada en la calle Alem y Sáenz, en Boulogne, a la hija de un calesitero. En 1972 la instaló en un terreno en la calle Piedrabuena y Av. Rolon de Boulogne, frente a la vieja feria de alimentos. Permaneció allí hasta 1981 cuando las autoridades de aquel entonces le solicitaron, sin motivos, levantar la calesita. Ana María a cargo entonces de sus tres hijos (quienes la ayudaban en la calesita), quedó sin su único ingreso.

Con el regreso de la democracia, gracias a las gestiones ante el entonces intendente Dr. Melchor Posse, Ana María sugirió su emplazamiento en la Plaza A. Brown, por entonces, poco más que un potrero con el tanque, dos hamacas y un tobogán.


Una antigua postal de Villa Adelina, con el paisaje de la plaza y su calesita.

Cuando la Municipalidad le solicitó a Ana María que levantara un alambrado alrededor de su calesita, se vio obligada a vender las antiguas figuras de madera para hacer frente a ese gasto. Con el tiempo, se arrepintió de esta decisión, pero fue la única alternativa que encontró en aquel momento.

Desde hace años, Ana María recibe en su Calesita a distintas entidades y ONGs dedicadas al acompañamiento de niños y niñas con discapacidad. Desde hace décadas generaciones de niños y niñas sanisidrenses han forjado su niñez en este espacio, haciendo que el lugar forme parte del acervo cultural y social de Villa Adelina. Por estos motivos, en el año 2022, el Honorable Concejo Deliberante de San Isidro, declaró la Calesita de Ana María, de interés cultural.

En la actualidad, y debido a su edad, continúan el oficio calesitero su hijo Esteban y su nieta Rocío, y Ana María los acompaña cuando puede y hay buen tiempo. Para ella, su vida es esta calesita y las generaciones de niños y niñas que la saludan y la reconocen como parte indisoluble de su infancia.

 

Esteban y Rocío, hijo y nieta de Ana María, continúan con orgullo el oficio heredado. 


Los paneles del sector de la cortina ostentan espejos ovalados, una característica única entre las calesitas sanisidrenses. El sector del biombo fue modificado para poder cubrir el hueco que quedaba entre el biombo y la plataforma, de ahí su inclinación. Los bastidores lucen posters con dibujos animados o personajes de películas de Walt Disney como Toy Story, Madagascar, Power Rangers y los Minions.

Las figuras son todas de fibra de vidrio y entre ellas alternan los caballos, burritos, el autito de la película Cars, un elefantito; y una lancha, un tanque y una locomotora que son verdaderas piezas vintage (los más antiguos de esta calesita), por los que han pasado varias generaciones. El cielorraso luce tiras de bombitas de colores, y como remate la calesita presume una estrella.




MARTÍNEZ

Calesita Pampín

Plaza 9 de Julio/Beruti, Monseñor Larumbe, Necochea y Córdoba.

Luego de que la calesita del gallego Ramón Suárez dejó vacante el terreno vecino a la antigua capilla Santa Teresita de Martínez, frente a la Plaza 9 de Julio, llegó allí con su calesita Ramón Pampín, gallego y calesitero itinerante (apodado “Upeto”), junto a su esposa Consuelo, quienes desde 1936 recorrían la ciudad de Buenos Aires con su calesita "La Porteña", la cual llegaría a visitar 84 lugares (entre la ciudad de Buenos Aires y el interior del país). Upeto trabajaba en una tintorería industrial, mientras su esposa atendía la calesita. 

La calesita de Pampín en su primera ubicación, en el terreno vacante, al lado del templo, se asoma por detrás de los vecinos que presencian la maratón por la calle M. Larumbe. Archivo Asociación del Recuerdo.


La buena ubicación frente a la plaza, los decidió a quedarse por un lapso mayor a tres meses, hasta la remodelación de la Plaza “9 de Julio”, en 1983, momento en que se trasladan a la plaza.

En aquel entonces, la Municipalidad les exige para instalarse en la plaza un “carrusell”. Por esta razón, Upeto y Consuelo vendieron su vieja calesita y adquirieron la actual, fabricada alrededor de 1970, en el barrio de Mataderos, por el Sr. Juan Luis Dapueto, argentino, apodado “Juan Miseria”. Este carrusell fue realizado artesanalmente por este verdadero artista: el centro de madera, incluido “el palo del medio”, los pisos, los bancos, caballitos, cigüeñales, iluminación, biombos, cortinas, etcétera.

Hace un tiempo fue necesario efectuarle algunos trabajos de reparación, que realizó el Sr. Roberto Mario Couto (apodado “el niño”), histórico calesitero de Parque Saavedra, quien reemplazó el “palo del medio” de madera por una columna de hierro. Agradecemos al Sr. Coco Santarcieri, quien pocos saben que fue calesitero, por estos datos que me ofreció en 2010, al consultarle acerca de la historia de la calesita de la Plaza “9 de Julio”.

La calesita Pampín continúa con Alejandra Pampín, una de los seis nietos del matrimonio calesitero.

 


Tanto los paneles de la cortina como los del biombo exhiben posters con dibujos animados de películas de Walt Disney (Toy Story, Cars, La Sirenita, La Bella y la Bestia, Buscando a Nemo, Princesas, Monsters Inc., los Power Rangers, el Hombre Araña, el increíble Hulk).

Entre las figuras (todas de fibra de vidrio) conviven los caballos (“solo para uso de chicos hasta 3 años”), un helicóptero, un tanque, una lancha, una vaca, un dragoncito, dos peces, una foca y su pelota, Bambi y el elefantito Dumbo. Es la única calesita sanisidrense que no tiene una figura de remate.

 

¿Cuándo llegó la primera calesita a San Isidro?

Quizá haya sido la calesita de la esquina de Belgrano y Cosme Beccar la primera calesita en girar en San Isidro. Pero esta hipótesis no debe tomarse como definitiva.

La invitación cursada a vecinos cercanos a los 70 años (y un poco más), a recordar las calesitas a las que concurrían en su infancia, nos estimula a consignar los datos ofrecidos, y a llamarlas “las calesitas ausentes” o “las calesitas que ya no están”, son las que permanecen en el recuerdo y la memoria de los vecinos o en alguna vieja fotografía. Calesitas itinerantes que se armaban en terrenos vacíos, junto a ferias en la temporada de verano o cercanas a la estación de ferrocarril.

Cabe destacar que localidades como Boulogne y Beccar, que no cuentan en la actualidad con calesitas, las tuvieron y los vecinos las recuerdan vivamente.


San Isidro

1) La calesita de la Estación: son muchos los vecinos que recuerdan hacia la década de 1940, la calesita de la esquina de Cosme Beccar y Belgrano. Luego estuvieron allí las “Grandes tiendas Santa Rosa”, y ahora la Confitería Alvear.

2) La calesita de plaza Alsina: faltaría corroborar este dato con más testimonios.

Unas cuadras más adelante, la zapatería “La calesita”, ubicada en la calle 9 de Julio 368, es un clásico del corredor comercial céntrico de San Isidro, que recupera en su logo la imagen del toldo de la calesita.



Martínez

1) La primera calesita de Martínez estuvo ubicada en Av. Santa Fe y Gral. Alvear, donde actualmente se encuentra la Confitería Cosdel. Cuando don Pipo Laguzzi comenzó a edificar se trasladó a la Av. Santa Fe esquina Vicente López (donde se ubica la YPF). Al fondo del terreno, sobre la pared muy alta de Edenor, había un cartel muy grande de letras individuales con lamparitas que decía “COMPAÑÍA ARGENTINA DE ELECTRICIDAD”.

2) La calesita de la calle Rawson: una antigua vecina de Martínez recuerda una calesita que se ubicaba en un terreno en la calle Rawson entre Paso y Ladislao Martínez, a la cual solía ir durante los largos veranos, en compañía de sus primas mayores. Y, para que el programa fuera completo, las moneditas que le daban le alcanzaban también para disfrutar los helados Laponia que vendían junto a la calesita.

3) La calesita de Av. Santa Fe y Vélez Sarsfield: hacia 1950 hubo en esa esquina un parque de diversiones con calesita.

4) La calesita de Edison y Sargento Cabral: hacia 1950, motorizada por un caballo.

5) La calesita de Arturo: ubicada en Diagonal Tucumán y Juncal, hacia 1951.

6) La calesita de Arturo: entre 1953/54, mudó su ubicación al Parque Infantil 20 de Junio, en Sáenz Valiente al 200, al lado del Dispensario.

7) La calesita “La alegría”: estuvo ubicada en Hipólito Yrigoyen y La Paz, en 1972, y era propiedad de Coco Santarcieri.

8) La calesita “La alegría”: mudó su ubicación para 1973 a Hipólito Yrigoyen y Habana.

9) La calesita “La alegría”: tras girar un año en la esquina de Av. Santa Fe y Urquiza (Acassuso) mudó su ubicación a la Av. Santa Fe y Juncal, en el Parque infantil “Coquito”, de 1975 a 1980.

10) La Calesita del Parque Infantil 20 de junio: hacia 1980 se ubicaba al lado del Centro de Odontología Infantil, en la calle Sáenz Valiente al 260, y era propiedad de un señor que vendía lavandina y detergente con un Rastrojero. Fue incendiada, se la llevó y no se supo más nada.

11) La Calesita de Upeto o Pampín: estuvo ubicada en Monseñor Larumbe al 750, hasta 1982 (donde en la actualidad se halla el salón Parroquial).

12) La calesita del gallego Ramón Suárez: llegó en la década de 1950 al terreno vecino a la antigua capilla Santa Teresita de Martínez, frente a la Plaza 9 de Julio. Allí solía instalar su calesita, por una temporada de tres meses, que luego desarmaba, marchando a “otros potreros”. Luego se instaló allí la calesita de Pampín, antes de su traslado a la Plaza “9 de Julio”.

13) La calesita de la kermese: se armaba en verano en el cruce de H. Yrigoyen y Fleming, donde a veces se instalaba también el circo Sudamericano. La siguiente fotografía facilitada por la Asociación del Recuerdo, es quizás el único registro que ha llegado hasta nuestros días.



Calesita de la kermese que se armaba en verano en el cruce de H. Yrigoyen y Fleming.

Archivo Asociación del Recuerdo, Martínez.


14) La calesita del Supermercado Minimax (Pacheco y Edison). 


Los hermanos Gilardi junto al encargado de la estación de servicio ESSO, ubicada en Av. Santa Fe y Pacheco. Al fondo el Supermercado Minimax (hoy Carrefour). Archivo Asociación del Recuerdo, Martínez.


15) La calesita de Av. Santa Fe entre Vélez Sarsfield y Santiago del Estero. (El Mangrullo): en la década de 1960 en una parrilla tipo quincho de madera, llamada “El Mangrullo” que (tenía, justamente, un mangrullo alto sobre el techo como los de los fortines); y entre la parrilla y la avenida, había una calesita. Ponían boleros de Los Panchos y se llenaba de chicos. Además por estar en la vereda de la sombra, era ideal en verano.

16) La calesita junto a las vías del tren: hacia el año 2000, existió una calesita ubicada al costado de las vías, a una cuadra de la Estación Martínez, al final de la calle Vicente López.


Beccar

1) La calesita de la Estación: son muchos los vecinos que recuerdan hacia la década de 1950 la calesita a pocos metros de la estación (“al lado del Club Social”), en el sector de bajada de la escalera del antiguo puente de fundición. Los terrenos que eran parte del Club Social y Deportivo Beccar, donde estuvo luego la “parrillita” del Club, y que hoy ocupa por uno de los edificios de departamentos.

La consulta a través de la página de Facebook “Vecinos de Beccar”, sobre antiguas calesitas y sus ubicaciones, promovida por el delegado municipal de Beccar, Sr. Carlos Juncos.


El posteo arrojó, como síntesis, el siguiente resultado:

- Al lado del Club Social Beccar;

- Billinghurst y José Ingenieros;

- Plaza Nahuel;

- Rolón y Posadas;

- French y Juan B. Justo;

- Navarro y Haedo (tirada por caballo). Hoy se encuentra un edificio de tres pisos;

- Navarro y Centenario que hace 68 años recuerda y se trasladó a Ingenieros y Gral .Paz;

- Posadas y Madame Curie;

- Juan B. Justo y Charcas;

- Roma y José Ingenieros al lado del ex Kiosco de Pano que era diariero en la zona.


Villa Adelina

1) La calesita de la estación: según señaló Pedro Kropfl en su libro La metamorfosis de San Isidro, existió hacia 1958 en Villa Adelina, cerca de la estación, una calesita, cuyo calesitero era el gallego Manuel Castello.

 

Boulogne

1) La calesita de la calle Alem y Sáenz: la adquirió la Sra. Ana María a la hija de un calesitero (sin más datos de momento) y la mudó en un terreno frente a la vieja feria de alimentos.

2) La calesita de Ana María: instaló su calesita, en 1972, en un terreno en la calle Piedrabuena y Av. Rolon de Boulogne, frente a la vieja feria de alimentos, y giró allí hasta 1981. La misma calesita, al retomar el período democrático en 1983, se instaló en la Plaza Brown de Villa Adelina, donde se encuentra hasta el día de hoy.

3) La calesita de abajo del puente: son muchos los vecinos que recuerdan esta calesita, aunque no pudimos obtener mayores datos. Partió al comenzar las obras del túnel que reemplazaron al puente.

Existe en Boulogne una carnicería llamada “La calesita” ubicada en Yatay 8.


Acassuso

1) La calesita “La alegría”: propiedad de Coco Santarcieri, estuvo ubicada en Av. Santa Fe y Urquiza, en 1974, donde hoy se encuentra la heladería “Colonial”, al lado de la palmera que todavía existe en la playa de una concesionaria de autos. Había una cancha de fútbol, calesita y un bellísimo pulmón de manzana (era el jardín del Ex Instituto Charcot), al momento en que Techint terminó de construir las cuatro torres, sobre Santa Fe y Albarellos.



Agradecimiento:

A los amigos/vecinos consultados, a la Asociación del Recuerdo por el aporte de fotografías, y un especial recuerdo póstumo al Sr. Coco Santarcieri, calesitero en algún momento de su juventud, que itineró con su Calesita “La Alegría”, por numerosos terrenos de Martínez y Acassuso, entre 1972 y 1980. A él se deben los valiosos datos de las calesitas martinenses.






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