Por Marcela Fugardo
La vereda noroeste de la calle Brown entre Chacabuco y 25 de Mayo, en San Isidro: una unidad de paisaje singular
La cuadra que corre sobre la calle Brown entre Chacabuco y 25 de Mayo (vereda noroeste) ofrece un ejemplo singular y valioso de unidad de paisaje dentro del Casco Histórico de San Isidro.
Es llamativa la homogeneidad epocal y de lenguaje expresivo de las cuatro fachadas, que corresponden todas ellas a la tipología y al uso original como viviendas.
Esa homogeneidad formal se refiere al lenguaje academicista en las unidades n.os 446/456/464/478, con la excepción del edificio neocolonial de época, con número 490 y en la esquina sobre la calle 25 de Mayo.
La preservación de las fachadas en condiciones de integridad y autenticidad es también remarcable, no observándose faltantes de elementos sustantivos (ni funcionales ni ornamentales).
Por su parte, las adiciones visibles (faroles, equipos de AA, carteles) son reversibles y no llegan a alterar la correcta lectura formal de cada unidad y del conjunto.
En suma, la homogénea compacidad de las cuatro fachadas postula un discurso arquitectónico que permite al observador evocar tanto el pasado edificado de San Isidro como los paisajes urbanos y los estatutos estéticos que frecuentaron las generaciones precedentes.
La esquina sobre la calle 25 de Mayo
Como se dijo antes, la nota de excepción respecto de la formidable unidad de lenguaje y escala de
la cuadra, es la continuidad muraria rebajada de la vivienda neocolonial (casa
de Ochagavía/Verduga o “El Solar de mis Mayores”), que pese a no corresponderse
con el lenguaje academicista dominante, establece con él un amigable diálogo
formal y de escala edificada, ya desde la ochava del edificio.
Es, de algún modo, la armoniosa “cabecera” o “cierre”
(depende de la ubicación del observador) de la unidad de paisaje.
En tal sentido, va de suyo que desde el punto de vista
patrimonial es recomendable preservar la totalidad de la envolvente del
edificio que exhibe valores arquitectónicos y evoca las variantes del habitar
urbano, en una época determinada por la puesta en crisis de los modelos
académicos, pero que sigue apelando al discurso historicista y a ciertas
invariantes raigales; y muy especialmente la porción original del edificio que
hace su vuelta sobre la calle Brown (n.º 490), donde el perfil escalonado del
muro, su remate con tejas, y la presencia de la puerta servicial dotada de un
herraje y un llamador de hierro en consistencia de lenguaje, aporta una nota de
viñeta tradicional y pintoresca de gran belleza.
Cualquier volumen adviniente por detrás de esta
envolvente neocolonial, debería ajustarse a una estricta contextualidad y
amortiguación visual en relación con el conjunto altamente patrimonial de las
casas contiguas.
Características particulares de las 4 (cuatro) fachadas de la vereda noroeste en la calle Brown:
La simple apreciación organoléptica permite advertir la integridad de las cuatro fachadas academicistas, su relativa homogeneidad epocal, gramatical y morfológica, y su tipología común.
En todas ellas prevalece el criterio de la simetría compositiva, con eje en la puerta de acceso, según la preceptiva tratadística.
Difieren en sus programas decorativos, como veremos.
Brown 446: este
edificio, desde la ochava donde se inicia el tramo de la calle Brown, apela al
lenguaje italianizante. No se observan degrados sustanciales en la fachada, la
cual conserva la integridad de su puerta, fenestración vertical y pilastras con
capiteles modelados en relieve.
Elementos añadidos o intrusos: los artefactos
de AA en número de 3 (tres), 2 (dos) ventilaciones de Eskabe, carteles
comerciales, dos rejas sobre las jambas de la entrada y una marquesina. La
paleta de colores luce inadecuada y no parece haber sido motivada en un cateo
estratigráfico.
En cuanto a los faroles de tamaño colosal, no siendo
originales, intentan dialogar con el lenguaje del edificio y aportan una nota
llamativa, casi un capriccio.
También, en los cuatro casos, los elementos añadidos o
intrusos (que no son tantos) resultan reversibles.
Las fachadas de Brown n.º 456 y n.º 464 son gemelas y, respecto de las otras dos que se adosan a sus flancos, muestran el esfuerzo de señales decorativas transicionales hacia un mayor afrancesamiento del recetario Beaux Arts.
Al parecer, la textura original de la superficie del muro
se resolvía mediante un revestimiento de símil piedra, hoy cubierto por pintura
de color grisáceo.
Brown 456: La fachada ha sido señalizada mediante una mayólica por la agrupación localista “Hijos y Amigos”, indicando que allí vivió Carlos Vivan (15 abril 1903 - 16 julio 1971. Nombre real: Rice Treacy, Miguel, fue cantor, actor, letrista y compositor).
Su lenguaje es academicista, con seudo sillares marcados en la superficie del muro, que, como dije antes, debió estar revestido de símil piedra. Los relieves decorativos apelan al motivo del “rinceau” en dos bandas a manera de friso discontinuo, por debajo de la cornisa. Por encima de la puerta y de las ventanas se colocaron relieves con guirnaldas y la “coquille”. Lo mismo que en la alzada o frontón de coronamiento. Todo ello delata un gesto afrancesado, al menos en el plano ornamental. Las bellas rejas artísticas curvadas o “panzudas” permanecen como partes originales en las ventanas balconadas.
Elementos intrusos: rejas
complementarias en el paño de las ventanas y marquesina en la puerta.
Los faroles no son originales.
Brown 464 (sede de
LALCEC): Se trata de un caso de mejor preservación original de la fachada,
respecto de su gemela, que merece especial encomio. Las características
decorativas y compositivas son las mismas.
Elementos agregados o intrusos: un cable canal
que oculta una manguera del AA y cartelería institucional. Los faroles no son
originales.
Brown 478: Exhibe
una señal de memoria puesta por el propietario que dice
"1889-Julio-1989", vale decir que, ateniéndonos a esta epigrafía, la
casa tendría ya más de 130 años en pie.
La fachada italianizante (más austera que en el edificio
de la esquina, desde que aquí las pilastras carecen de capiteles) sigue la
preceptiva de la tratadística clásica en materia de rítmica, y ha sido
preservada en la autenticidad de su planteo compositivo original. En ella se
destaca la fenestración vertical con las rejas de hierro originales, bellamente
decoradas con adornos de antimonio epocales (una flor abierta y la palmeta).
Elemento añadido o intruso: un aparato de
AA.
En cuanto al único farol que permanece, si bien no es
original, se trata de un modelo que intenta referencias coloniales y que se
observa en otros edificios del CH.
Notas
Las cuatro fachadas conservan en sus accesos los umbrales originales de mármol.
Las veredas conservan el cordón de granito original y la
calle ha preservado en buen estado su empedrado, compuesto por hileras de adoquines
cuyas medidas promedio son: 0.22 x 0.13 / 0.19 x 0.115 / 0.23 x 0.15 / 0.15 x
0.10. También existen en la vereda árboles añosos.
La casa
de Ochagavía/Verduga, también llamada “El Solar de mis Mayores”
Con frente principal sobre la calle 25 de Mayo n.º 626, ochava y frente secundario sobre la calle Brown n.º 490, se observa la envolvente del edificio que mandó a edificar la señorita Elena Verduga en el terreno donde existía la casa de su abuelo, don Miguel Ochagavía, popularmente llamado “El Solar de mis Mayores” o, también, en el lenguaje coloquial de los vecinos, “el edificio colonial” (sic).
Precisamente, la denominación como “solar” de sus “mayores” alude al terreno, donde existió otro edificio antes que el actual.
Se trata de un edificio proyectado y ejecutado en lenguaje neocolonial, como un gesto arquitectónico epocal de fuertes representaciones simbólicas para la localidad de San Isidro y su identificación con sus orígenes hispánicos. El estilo neocolonial (lo mismo que en el caso de la ciudad de Salta) proveyó una coartada para afirmar aquellas referencias de pretendido abolengo.
Su construcción data del año 1928 y estuvo a cargo del constructor Lanfranconi, quien, al parecer, también fue su proyectista.
Su planta original revela un polígono irregular con un amplio jardín en el sector sudeste. Se accedía por un zaguán y constaba de una amplia sala contigua al jardín, un hall, un dormitorio con baño conectado, una habitación con acceso a la sala, el enorme comedor con bay-window, cocina, lavadero, WC, pieza de servicio y dos terrazas (una de ellas dotada de un banco del tipo “poyo”).
En 1939 la misma propietaria encargó al constructor local López Ornia y Cruz una ampliación, manteniendo el estilo de la casa. Los locales interiores aumentaron en número, a expensas de la superficie de los grandes salones como el comedor o la sala. Pero no habrá mermado aún el jardín, según veremos enseguida.
En efecto, el ex intendente Ing. Orlando Williams, en el año 1943, mencionó el edificio especialmente, en su conferencia Remembranzas de cuando fui Intendente de la Villa de San Isidro (publicada en forma de libro ilustrado un año después), e incluyó la fotografía tomada, por encomienda suya, por el fotógrafo sanfernandino José Saracco.
El documento fotográfico aportado por Williams permite comprobar lo que revelan los planos: que el edificio, originalmente, difería en el volumen de la ochava, el cual antes era más bajo y resguardaba un amplio jardín a cielo abierto.
También era diferente la continuación del lado noroeste del volumen principal, según veremos enseguida.
Se aprecia invariablemente el gran tamaño de la fachada,
evidenciado en el doble imafronte de su portal, rematado en un frontis
mixtilíneo, acompañado de impostas.
Las ventanas del frente exhiben guardapolvos con forma de
moldura curva. En la ventana de la ochava anterior, no existía este elemento de
resguardo, toda vez que aquella, dotada de una reja de silueta cuadrada, era
más bien una abertura o asomo, para hacer visible el jardín desde la vereda.
Actualmente, en la ochava reformada, el guardapolvos
queda formado por una doble hilera superpuesta de tejas, manteniéndose el
cierre con una reja de barrotes de hierro, con decoración central.
También las ventanas de la fachada principal (todas ellas altas, tres a la izquierda y dos a la derecha), quedan cerradas con rejas de barrotes de sección cuadrada (colocados en forma oblicua, a la usanza colonial) con decoración central.
Hacia el lado noroeste, se observa actualmente que la
altura del muro sufre una disminución para asumir, en ese tramo, la referencia
a las antiguas “tapias” bajas con tejas. Se ha colocado allí un acceso
vehicular.
En el estado anterior del edificio (según se observa en la fotografía de Saracco), esa continuación hasta la casa vecina era diferente ya que existían tres ventanas bajas y, a continuación, la verja y los pilares de la propiedad lindera. No tenemos a la vista documentación catastral, pero podría plausiblemente conjeturarse que esa propiedad haya pasado a integrarse, más tarde, al lote esquinero.
Corre en todo el desarrollo de la fachada un zócalo ortogonal, que calca las entrantes y las salientes del volumen edificado, y cuyo revestimiento de mosaicos ha sido incorrectamente pintado, hace ya tiempo.
En la puerta principal (doble y fabricada con tableros)
pueden observarse aún los restos de un hermoso aldabón de metal, aunque
incorrectamente pintado, lo mismo que la boca de un buzón.
También pueden observarse, en la puerta de servicio en la
calle Brown n.º 490, como antes dijimos, un llamador y un picaporte originales,
hechos en hierro, en unidad de estilo.
Más allá de las reformas interiores, siguió resintiéndose la superficie del otrora gran jardín, ahora sumamente invadido por volúmenes edificados en sus bordes. En síntesis, la parcela y la vivienda han atravesado, por lo menos, por las siguientes etapas y propietarios:
a) El edificio original que habitó el señor Ochagavía, hoy inexistente. Es plausible suponer que se haya realizado en lenguaje academicista;
b) El actual edificio neocolonial encargado por su nieta, la señorita Elena Verduga en 1928;
c) Las reformas y ampliaciones de 1939;
d) Las reformas posteriores, cuando ya no pertenecía a la familia Verduga, sino al señor Gerardo Lorenzino; con un acrecimiento de superficies en 46,50 m2 que debieron ser regularizadas entre 1967-1969 y probablemente correspondan a esa misma época.
e) La etapa del Grupo Médico "El Solar" iniciada en 1990;
f) Cuando funcionó allí IOMA, hacia 2010;
g) La actual etapa deshabitada y de desmaterializaciones interiores.
Estado de conservación y demoliciones recientes:
Es de lamentar especialmente la desmaterialización del hermoso zaguán revestido de mayólicas (muy
conocido entre los vecinos) tras la puerta principal, donde se leía aquel
cartel que daba nombre al lugar: “El Solar de mis Mayores”. Adviértase, además,
que el zaguán aparece como un local invariable en toda la evolución del
edificio, lo cual reforzaba el valor de su autenticidad como espacio
identitario.
Bonus track: el cambio de uso en el año 1990.
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