Por Marcela Fugardo
¿Se acuerdan de este busto en yeso, ejecutado por el escultor Leone Tommasi?
Durante los años en que tuve el privilegio de dirigir el Museo Beccar Varela, el objeto artístico permaneció exhibido en la sala fundacional, junto a la antigua pila bautismal y la cruz de la torre del viejo templo. Luego, una concepción diferente del guión hizo que Copello fuera a dar a un depósito, alejado de la mirada de los visitantes. Pero, siendo propiedad de la Iglesia de San Isidro, junto al Obispo, al rector de la USI y a la Cátedra Adrián Beccar Varela, nos pareció que era una acción virtuosa el recuperarlo como bien patrimonial que alude a una figura tan identitaria como el primer cardenal argentino, nativo de San Isidro y siempre arraigado afectivamente en estos paisajes.
El día 16-VIII lo colocamos en un sitio muy visible de la Universidad. Lo bendijo el Obispo y fui invitada a pronunciar unas palabras luego del Rector.
La ceremonia tuvo el calor emocionante de haber congregado a tantos amigos y amigas de nuestra Diplomatura! Las fotos hablan por si solas.
Permítanme comenzar con un recuerdo personal. Este busto del cardenal Copello estuvo exhibido durante muchos años en el Museo Beccar Varela que tuve el honor de dirigir hasta el año 2021. Lo recibí de mi antecesor como parte de la sala fundacional y allí permaneció. ¿Por qué? Básicamente por dos razones: la primera porque Copello es una figura identitaria de San isidro, una figura ejemplar además (y aquí está el director del Instituto Vocacional San José para reafirmarlo); la segunda, porque Leone Tommasi es un escultor de renombre mundial que tuvo su taller en San isidro en los años que van de 1952 a 1955 más o menos. Bastaban esas dos razones para tenerlo a la vista como estaba.
Lamentablemente, al retirarme de la dirección del Museo, quienes me sucedieron en la función directiva juzgaron que ni Copello ni Tommasi merecían esa visibilidad en el nuevo guión museológico, y por eso el busto permaneció guardado en un depósito. Juzgaron mal, a mi criterio. Pero, como suele ocurrir que la Providencia de Dios, de los males saca bienes, ese error nos permitió solicitar la devolución de la obra de arte a su legítimo dueño que es la Iglesia de San Isidro.
Y fue idea de la cátedra Adrián Beccar Varela que coordina el Prof. De Masi el traer el busto a la USI, para que esta figura vuelva a provocar la pregunta identitaria en nuestra comunidad universitaria: ¿Quién fue Copello? ¿Por qué está aquí Copello? Y, de paso, adquirir para el patrimonio de la Universidad una de las pocas obras que quedan en el país de Leone Tommasi. Es un privilegio.
Lo demás fue sencillo: De Masi encontró inmediato eco en el rector el Dr. Del Percio (por algo dicen que son amigos desde hace cuarenta años...), quien a su vez encontró inmediato eco en el Obispo Monseñor Ojea...
Y le tocó a nuestra Diplomatura la "operación patrimonial", la logística de recuperar el busto, de preparar los textos y fotografías para este panel de interpretación (porque los bienes patrimoniales no se comprenden sin interpretación) y de coordinar el esfuerzo que hoy culmina en esta ceremonia. Y tras varias idas y vueltas y cruce de opiniones, decidimos que este era el mejor lugar, el más notorio en el diario trajinar de esta comunidad. ¿Cómo no verlo cuando subes o cuando bajas? Ojalá que su contemplación sea motivo de disfrute artístico y de reflexión histórica.
Naturalmente que para lograr este feliz final, contamos con el concurso de varios amigos y amigas de la Universidad que deseo mencionar. En primer lugar el arquitecto Hernán Lando que se encargó de la ejecución de la repisa (y de testear que resista el peso del busto... por eso hubo aquí arriba durante varias semanas unas pesas...); luego, como siempre, Elsa Chaver y el equipo de mantenimiento facilitaron toda la logística para arreglar la instalación eléctrica, la pintura y los demás detalles.
Y, por supuesto, así como ven el busto tan reluciente, hubo que realizar algún trabajo de limpieza conservativa, con mucho respeto a la obra de arte (porque no fue una restauración propiamente). Y fue la querida museóloga Martha Amato, miembro comprometido del consejo de la Fundación Plácido Marín, quien aportó su trabajo en forma honoraria y, junto a quien les habla, desempolvamos la figura del cardenal Copello para que luzca como luce hoy y reciba la bendición del señor Obispo y el aplauso afectuoso de todos ustedes.
Muchas gracias
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