jueves, 21 de agosto de 2025

REGISTRO PARA LA MEMORIA: LA CASA DE AXEL ALTGELT / EL JARDÍN DEL SANTA INÉS. (LEANDRO N. ALEM 316, SAN ISIDRO). 1928-2025

Por Marcela Fugardo


Vista sobre Acassuso esquina Leandro N. Alem, San Isidro.

Este edificio permaneció en pie cerca 97 años. Corresponde al lenguaje expresivo pintoresquista, en la variante del Normando, muy empleado epocalmente en los suburbios de Buenos Aires.

Con techos de tejas en pendiente y chimenea ladrillera, las ventanas exhiben los sardineles y aristones de ladrillos (auténticos o simulados) que forman parte de los estilemas que, con ligeras variantes, caracterizaron la impronta de numerosos constructores locales, como Tiscornia y Morganti, Travaglini, etc., de los cuales existen otros ejemplos en San Isidro.

El arquitecto fue Carlos Alfredo Rocha, y su propietario era el Sr. Axel Hans Martin Altgelt (nacido en Tigre, 7.8.1898 y fallecido en San Isidro, 23.2.1980), quien adquirió el inmueble al Banco Hipotecario Nacional el 31 de diciembre de 1928. Vale decir que, al momento de su compra, es muy probable que el edificio estuviera recién terminado, ya que luce los rasgos inherentes al pintoresquismo en su fase más tardía: ausencia de pain de bois u otros aparejos de madera en el hastial, ausencia de aberturas del tipo lower-vent en la parte alta, ausencia de pináculos o cresterías, superficies murarias revestidas con Iggam o salpicré similar, sin detalles ornamentales, etc.



Lo cierto es que representaba un tipo arquitectónico de época que siguió postulándose como respuesta antiacadémica y a la vez negada a la vanguardia Art Déco (sin resignar algunos detalles “modernos”, utilizando para ello la composición plástica con ladrillos), ante la demanda residencial suburbana de las clases burguesas, especialmente en su segmento medio.


Fue adquirido por el Colegio Santa Inés en 1986, con destino a Jardín de Infantes. Tras su adquisición, la institución educativa modificó el cerco perimetral y su portón bajo en la ochava, y realizó modificaciones menores, preservando las características morfológicas del chalet. El Estudio Arquitectos Molinatti, de San Isidro, fue el responsable del proyecto y el constructor, el Sr. Osvaldo Molteni.


Era el único ejemplar en su tipo en esa cuadra y conservaba en bastante medida la autenticidad de sus fachadas. Ofrecía, complementariamente, una situación amortiguación de la propia esquina de las calles Acassuso y Alem, dado su retiro de la linea municipal y su altura moderada, su agradable paleta de colores, dialogando amistosamente con la casa vecina, también de época, sobre la calle Acassuso.



Como caso de arquitectura epocal suburbana y su aporte al paisaje urbano, postulaba notas de ponderación patrimonial.





Demolida en agosto de 2025.




EL EDIFICIO CONOCIDO COMO “EL SOLAR DE MIS MAYORES” (O ANTIGUA CASA DE OCHAGAVÍA/VERDUGA) Y SU RELACIÓN CON LA UNIDAD DE PAISAJE Y CONJUNTO PATRIMONIAL EN LA CALLE BROWN

Por Marcela Fugardo



"El Solar de mis mayores", esquina de 25 de Mayo y Brown, San Isidro. 
Archivo General de la Nación.

La vereda noroeste de la calle Brown entre Chacabuco y 25 de Mayo, en San Isidro: una unidad de paisaje singular

La cuadra que corre sobre la calle Brown entre Chacabuco y 25 de Mayo (vereda noroeste) ofrece un ejemplo singular y valioso de unidad de paisaje dentro del Casco Histórico de San Isidro.

Es llamativa la homogeneidad epocal y de lenguaje expresivo de las cuatro fachadas, que corresponden todas ellas a la tipología y al uso original como viviendas.

Esa homogeneidad formal se refiere al lenguaje academicista en las unidades n.os 446/456/464/478, con la excepción del edificio neocolonial de época, con número 490 y en la esquina sobre la calle 25 de Mayo.

La preservación de las fachadas en condiciones de integridad y autenticidad es también remarcable, no observándose faltantes de elementos sustantivos (ni funcionales ni ornamentales).

Por su parte, las adiciones visibles (faroles, equipos de AA, carteles) son reversibles y no llegan a alterar la correcta lectura formal de cada unidad y del conjunto.

En suma, la homogénea compacidad de las cuatro fachadas postula un discurso arquitectónico que permite al observador evocar tanto el pasado edificado de San Isidro como los paisajes urbanos y los estatutos estéticos que frecuentaron las generaciones precedentes.



Valoración y características del entorno edificado de la antigua casa de Ochagavía/Verduga o “El Solar de mis Mayores”, sobre la vereda noroeste de la calle Brown:

La doctrina y la legislación comparadas relacionan el inmueble objeto de protección/preservación, con su entorno. La consideración del entorno y la interpretación de su presencia inciden en la integración del juicio crítico frente al fenómeno arquitectónico, como insumo para la gestión del planeamiento.

De ello se deriva la buena práctica receptada en diferentes normativas de planeamiento urbano, de establecer un área homogénea en cuanto a morfología y tejido urbano, a fin de consolidar los atributos que hacen valorable el conjunto .

En este caso, y a excepción del edificio neocolonial de la esquina, no se verifica en el conjunto de edificios sobre la calle Brown entre Chacabuco y 25 de Mayo (vereda noroeste) la irrupción de “lo moderno”, en el sentido de una arquitectura del “estilo nuevo”, producida a partir de los años de 1920, con la salvedad, como digo, de la apelación neocolonial en la esquina y sobre la calle 25 de Mayo. Tampoco se verifica la interferencia epocal modernista del Art Nouveau.

Ni se observa una búsqueda tecnológica superadora de lo formal expresivo.

Tampoco se observa la ocupación de las parcelas con evidencias de “viviendas densas” con propósito de renta inmobiliaria, ya fuera las primitivas del tipo conventillo o la propiedad horizontal multifamiliar en altura.

La esquina sobre la calle 25 de Mayo

Como se dijo antes, la nota de excepción respecto de la formidable unidad de lenguaje y escala de la cuadra, es la continuidad muraria rebajada de la vivienda neocolonial (casa de Ochagavía/Verduga o “El Solar de mis Mayores”), que pese a no corresponderse con el lenguaje academicista dominante, establece con él un amigable diálogo formal y de escala edificada, ya desde la ochava del edificio.

Es, de algún modo, la armoniosa “cabecera” o “cierre” (depende de la ubicación del observador) de la unidad de paisaje.


En tal sentido, va de suyo que desde el punto de vista patrimonial es recomendable preservar la totalidad de la envolvente del edificio que exhibe valores arquitectónicos y evoca las variantes del habitar urbano, en una época determinada por la puesta en crisis de los modelos académicos, pero que sigue apelando al discurso historicista y a ciertas invariantes raigales; y muy especialmente la porción original del edificio que hace su vuelta sobre la calle Brown (n.º 490), donde el perfil escalonado del muro, su remate con tejas, y la presencia de la puerta servicial dotada de un herraje y un llamador de hierro en consistencia de lenguaje, aporta una nota de viñeta tradicional y pintoresca de gran belleza.


Cualquier volumen adviniente por detrás de esta envolvente neocolonial, debería ajustarse a una estricta contextualidad y amortiguación visual en relación con el conjunto altamente patrimonial de las casas contiguas.


Características particulares de las 4 (cuatro) fachadas de la vereda noroeste en la calle Brown:

La simple apreciación organoléptica permite advertir la integridad de las cuatro fachadas academicistas, su relativa homogeneidad epocal, gramatical y morfológica, y su tipología común.

En todas ellas prevalece el criterio de la simetría compositiva, con eje en la puerta de acceso, según la preceptiva tratadística.

Difieren en sus programas decorativos, como veremos.


Brown 446: este edificio, desde la ochava donde se inicia el tramo de la calle Brown, apela al lenguaje italianizante. No se observan degrados sustanciales en la fachada, la cual conserva la integridad de su puerta, fenestración vertical y pilastras con capiteles modelados en relieve.

Elementos añadidos o intrusos: los artefactos de AA en número de 3 (tres), 2 (dos) ventilaciones de Eskabe, carteles comerciales, dos rejas sobre las jambas de la entrada y una marquesina. La paleta de colores luce inadecuada y no parece haber sido motivada en un cateo estratigráfico.

En cuanto a los faroles de tamaño colosal, no siendo originales, intentan dialogar con el lenguaje del edificio y aportan una nota llamativa, casi un capriccio.

También, en los cuatro casos, los elementos añadidos o intrusos (que no son tantos) resultan reversibles.




Las fachadas de Brown n.º 456 y n.º 464 son gemelas y, respecto de las otras dos que se adosan a sus flancos, muestran el esfuerzo de señales decorativas transicionales hacia un mayor afrancesamiento del recetario Beaux Arts.

Al parecer, la textura original de la superficie del muro se resolvía mediante un revestimiento de símil piedra, hoy cubierto por pintura de color grisáceo.


Brown 456: La fachada ha sido señalizada mediante una mayólica por la agrupación localista “Hijos y Amigos”, indicando que allí vivió Carlos Vivan (15 abril 1903 - 16 julio 1971. Nombre real: Rice Treacy, Miguel, fue cantor, actor, letrista y compositor). 

Su lenguaje es academicista, con seudo sillares marcados en la superficie del muro, que, como dije antes, debió estar revestido de símil piedra. Los relieves decorativos apelan al motivo del “rinceau” en dos bandas a manera de friso discontinuo, por debajo de la cornisa. Por encima de la puerta y de las ventanas se colocaron relieves con guirnaldas y la “coquille”. Lo mismo que en la alzada o frontón de coronamiento. Todo ello delata un gesto afrancesado, al menos en el plano ornamental. Las bellas rejas artísticas curvadas o “panzudas” permanecen como partes originales en las ventanas balconadas.

Elementos intrusos: rejas complementarias en el paño de las ventanas y marquesina en la puerta.

Los faroles no son originales.




Brown 464 (sede de LALCEC): Se trata de un caso de mejor preservación original de la fachada, respecto de su gemela, que merece especial encomio. Las características decorativas y compositivas son las mismas.

Elementos agregados o intrusos: un cable canal que oculta una manguera del AA y cartelería institucional. Los faroles no son originales.


Brown 478: Exhibe una señal de memoria puesta por el propietario que dice "1889-Julio-1989", vale decir que, ateniéndonos a esta epigrafía, la casa tendría ya más de 130 años en pie.

La fachada italianizante (más austera que en el edificio de la esquina, desde que aquí las pilastras carecen de capiteles) sigue la preceptiva de la tratadística clásica en materia de rítmica, y ha sido preservada en la autenticidad de su planteo compositivo original. En ella se destaca la fenestración vertical con las rejas de hierro originales, bellamente decoradas con adornos de antimonio epocales (una flor abierta y la palmeta).

Elemento añadido o intruso: un aparato de AA.

En cuanto al único farol que permanece, si bien no es original, se trata de un modelo que intenta referencias coloniales y que se observa en otros edificios del CH.




Notas

Las cuatro fachadas conservan en sus accesos los umbrales originales de mármol.


Las veredas conservan el cordón de granito original y la calle ha preservado en buen estado su empedrado, compuesto por hileras de adoquines cuyas medidas promedio son: 0.22 x 0.13 / 0.19 x 0.115 / 0.23 x 0.15 / 0.15 x 0.10. También existen en la vereda árboles añosos.


La casa de Ochagavía/Verduga, también llamada “El Solar de mis Mayores”



Con frente principal sobre la calle 25 de Mayo n.º 626, ochava y frente secundario sobre la calle Brown n.º 490,   se observa la envolvente del edificio que mandó a edificar la señorita Elena Verduga en el terreno donde existía la casa de su abuelo, don Miguel Ochagavía, popularmente llamado “El Solar de mis Mayores” o, también, en el lenguaje coloquial de los vecinos, “el edificio colonial” (sic).

Precisamente, la denominación como “solar” de sus “mayores” alude al terreno, donde existió otro edificio antes que el actual.

Se trata de un edificio proyectado y ejecutado en lenguaje neocolonial, como un gesto arquitectónico epocal de fuertes representaciones simbólicas para la localidad de San Isidro y su identificación con sus orígenes hispánicos. El estilo neocolonial (lo mismo que en el caso de la ciudad de Salta) proveyó una coartada para afirmar aquellas referencias de pretendido abolengo.

Su construcción data del año 1928 y estuvo a cargo del constructor Lanfranconi, quien, al parecer, también fue su proyectista.

Su planta original revela un polígono irregular con un amplio jardín en el sector sudeste. Se accedía por un zaguán y constaba de una amplia sala contigua al jardín, un hall, un dormitorio con baño conectado, una habitación con acceso a la sala, el enorme comedor con bay-window, cocina, lavadero, WC, pieza de servicio y dos terrazas (una de ellas dotada de un banco del tipo “poyo”).

En 1939 la misma propietaria encargó al constructor local López Ornia y Cruz una ampliación, manteniendo el estilo de la casa. Los locales interiores aumentaron en número, a expensas de la superficie de los grandes salones como el comedor o la sala. Pero no habrá mermado aún el jardín, según veremos enseguida.

En efecto, el ex intendente Ing. Orlando Williams, en el año 1943, mencionó el edificio especialmente, en su conferencia Remembranzas de cuando fui Intendente de la Villa de San Isidro (publicada en forma de libro ilustrado un año después), e incluyó la fotografía tomada, por encomienda suya, por el fotógrafo sanfernandino José Saracco.




Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal de San Isidro "Dr. Horacio Beccar Varela". Colección Saracco. N.º 19.


El documento fotográfico aportado por Williams permite comprobar lo que revelan los planos: que el edificio, originalmente, difería en el volumen de la ochava, el cual antes era más bajo y resguardaba un amplio jardín a cielo abierto.

También era diferente la continuación del lado noroeste del volumen principal, según veremos enseguida.

Se aprecia invariablemente el gran tamaño de la fachada, evidenciado en el doble imafronte de su portal, rematado en un frontis mixtilíneo, acompañado de impostas.



Las ventanas del frente exhiben guardapolvos con forma de moldura curva. En la ventana de la ochava anterior, no existía este elemento de resguardo, toda vez que aquella, dotada de una reja de silueta cuadrada, era más bien una abertura o asomo, para hacer visible el jardín desde la vereda.

Actualmente, en la ochava reformada, el guardapolvos queda formado por una doble hilera superpuesta de tejas, manteniéndose el cierre con una reja de barrotes de hierro, con decoración central.



También las ventanas de la fachada principal (todas ellas altas, tres a la izquierda y dos a la derecha), quedan cerradas con rejas de barrotes de sección cuadrada (colocados en forma oblicua, a la usanza colonial) con decoración central. 

Hacia el lado noroeste, se observa actualmente que la altura del muro sufre una disminución para asumir, en ese tramo, la referencia a las antiguas “tapias” bajas con tejas. Se ha colocado allí un acceso vehicular.



En el estado anterior del edificio (según se observa en la fotografía de Saracco), esa continuación hasta la casa vecina era diferente ya que existían tres ventanas bajas y, a continuación, la verja y los pilares de la propiedad lindera. No tenemos a la vista documentación catastral, pero podría plausiblemente conjeturarse que esa propiedad haya pasado a integrarse, más tarde, al lote esquinero.

Corre en todo el desarrollo de la fachada un zócalo ortogonal, que calca las entrantes y las salientes del volumen edificado, y cuyo revestimiento de mosaicos ha sido incorrectamente pintado, hace ya tiempo.

En la puerta principal (doble y fabricada con tableros) pueden observarse aún los restos de un hermoso aldabón de metal, aunque incorrectamente pintado, lo mismo que la boca de un buzón.




También pueden observarse, en la puerta de servicio en la calle Brown n.º 490, como antes dijimos, un llamador y un picaporte originales, hechos en hierro, en unidad de estilo.




Más allá de las reformas interiores, siguió resintiéndose la superficie del otrora gran jardín, ahora sumamente invadido por volúmenes edificados en sus bordes. En síntesis, la parcela y la vivienda han atravesado, por lo menos, por las siguientes etapas y propietarios:

a) El edificio original que habitó el señor Ochagavía, hoy inexistente. Es plausible suponer que se haya realizado en lenguaje academicista;

b) El actual edificio neocolonial encargado por su nieta, la señorita Elena Verduga en 1928;

c)  Las reformas y ampliaciones de 1939;

d) Las reformas posteriores, cuando ya no pertenecía a la familia Verduga, sino al señor Gerardo Lorenzino; con un acrecimiento de superficies en 46,50 m2 que debieron ser regularizadas entre 1967-1969 y probablemente correspondan a esa misma época.

e) La etapa del Grupo Médico "El Solar" iniciada en 1990;

f) Cuando funcionó allí IOMA, hacia 2010;

g) La actual etapa deshabitada y de desmaterializaciones interiores.



Estado de conservación y demoliciones recientes:

Es de lamentar especialmente la desmaterialización del hermoso zaguán revestido de mayólicas (muy conocido entre los vecinos) tras la puerta principal, donde se leía aquel cartel que daba nombre al lugar: “El Solar de mis Mayores”. Adviértase, además, que el zaguán aparece como un local invariable en toda la evolución del edificio, lo cual reforzaba el valor de su autenticidad como espacio identitario.




Bonus track: el cambio de uso en el año 1990.



Carta abierta. 24.XI.1990. AÑO 5. N.º 123.





martes, 5 de agosto de 2025

CENTRO DE INTERPRETACIÓN MI PLAZA MITRE (SAN ISIDRO)

Por Arq. Marcela Fugardo


Los bienes y sitios históricos requieren, hoy más que nunca, de una adecuada interpretación que satisfaga un primer nivel de accesibilidad, en este caso cognitiva. La Plaza Mitre de San Isidro carecía de esta interpretación y ofrecía al paseante un paisaje bello, pero desprovisto de referencias históricas, y una serie de elementos conmemorativos y funcionales sin explicación suficiente.

La experiencia de los "centros de interpretación" o "espacios de interpretación" alojados en los sitios históricos ha demostrado, en las últimas décadas, su eficacia didáctica, su valor en la creación de lazos identitarios con el lugar y su efecto multiplicador. Su costo es mucho menor que la instalación de "museos de sitio".

Durante mi desempeño como directora del Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal de San Isidro "Dr. Horacio Beccar Varela", en el año 2019, tuve la oportunidad de proponer la creación de un centro de interpretación para nuestra plaza matriz. Se trata de un local cerrado, a un lado de la escalinata principal, que provee un espacio adecuado a este objeto, bajo el lema identitario de "Mi Plaza Mitre". Se inició, incluso, a sugerencia mía, una campaña de colaboración de los vecinos, mediante el envío de fotografías, favoreciendo una más consciente apropiación del lugar.

Los Centros de Interpretación, que todo lugar o bien  monumental debería ofrecer en mayor o menor escala, no es más que el resumen interpretativo y presentado al público de lo que el sitio es y el por qué de su valor patrimonial.


Centro de Interpretación Plaza Mitre

Idea, guión y textos: Marcela Fugardo

Diseño gráfico: Paula Fugaretta





Plaza Mitre

Los pueblos y ciudades tienen sus lugares identitarios, aquellos espacios de uso público en que todos los vecinos pueden reconocerse, como parte de una misma comunidad.

De los muchos lugares y paisajes de San Isidro que se asocian a nuestros recuerdos, sin duda, la plaza principal, es aquel que más densidad de identidad nos provoca. Espacio de ocio, recreo y paseo de todos los sanisidrenses. ¿Quién no la atravesó, alguna vez, bajo la sombra de sus tipas?

Al apropiarla como parte de nuestra identidad le damos sentido como bien patrimonial.

LA PLAZA MITRE ESTABLECE UN PUENTE CON ESE PASADO QUE LAS GENERACIONES SUCESIVAS RECONOCEN COMO PARTE DE UNA HISTORIA COMÚN.


Algo de historia

Nuestra Plaza principal posee una característica singular, que se deriva de la historia urbana de San Isidro y marca la diferencia con otros poblados bonaerenses: porque San Isidro nació sin plaza, contrariando los preceptos de las leyes de época española, y aún después de la Independencia, que mandaban fundar las ciudades a partir de una "plaza matriz" y diseñar un "damero" de calles y manzanas alrededor de ella, en cuyo contorno se ubicaban la municipalidad, la iglesia y la escuela.

En San Isidro no fue así, por eso se dice que, como fenómeno urbano, su origen es "capellánico" (porque surge de una capilla fundada por Domingo de Acassuso) y que su traza urbana es "espontánea" (porque se fue formando a partir de la radicación de pobladores en el entorno de la capilla).

Pero a medida que San Isidro crecía, se hizo necesario tener, como el resto de los poblados de la comarca, una plaza asociada simbólicamente al lugar de su fundación. Y como la fundación se vinculaba tradicionalmente con aquella pequeña iglesia, lo más natural fue destinar como plaza, el amplio solar por delante del atrio y el camposanto parroquial.

Así, nació nuestra plaza principal, que comenzó a construirse y a parquizarse hacia 1870 y que al principio no tuvo nombre propio. Pero en 1921 fue bautizada como Plaza “Presidente Bartolomé Mitre”, al cumplirse el centenario del nacimiento del prócer.

Desde entonces es, simplemente, la “Plaza Mitre”. Y a medida que nuestros recuerdos se arraigan en ella, se convierte, para cada sansidrense, en parte de nuestra historia personal.

Por eso queremos que la conozcas, la recorras y la disfrutes; y que puedas decir, con el orgullo de lo propio, esta es Mi plaza Mitre…

 

LÍNEA DE TIEMPO




6.000 AC Formación geológica de las barrancas con la última ingresión marina.

1450 Ocupación aborigen de la costa y las barrancas.

1580 Juan de Garay reparte chacras en el Pago de la Costa.

1706 (28 de agosto) Domingo de Acassuso compra 200 varas de terreno frente al río por una legua de fondo (172 metros x 5000 metros), y erige una capilla y su capellanía dedicada a San Isidro Labrador. Las tierras incluían el polígono de la actual plaza.

         (14 de octubre) Domingo de Acassuso adquiere otras 100 varas, lindantes con las anteriores.

1806 Frente al atrio de la iglesia, el párroco Bartolomé Márquez convoca y arenga a los jóvenes del pago para acompañar a Pueyrredon en la Chacra de los Márquez y sumarse a la Reconquista de Buenos Aires.

1872-76 La Municipalidad contrata con Luis Gachet tareas de nivelación del terreno de la plaza, jardinería y arbolado. 

1895 La Plaza ya se encuentra trazada según un plano de 1899, de los ingenieros Servatius y Welter.

1910 (25 de diciembre) Inauguración del monumento al presidente Bartolomé Mitre.

1913 (31 de diciembre) Inauguración del reloj floral, el primero en Sudamérica.

1921 (21 de junio) Con motivo del centenario del nacimiento de Bartolomé Mitre, se le impone su nombre a la plaza y se inaugura una placa artística.

1934 (15 de mayo) Inauguración del busto del Dr. Adrián Beccar Varela, intendente de San Isidro entre 1913-1915.

1938 Embellecimiento general del paseo, nuevo embaldosamiento e iluminación.

1964 La plaza integra el polígono declarado ese año Lugar Histórico Nacional (Decreto PEN N.º 9226).

1971 (24 de diciembre) Inauguración de dos bebederos artísticos, donados por la empresa Wonderland.

1972 (26 de julio) Dos artefactos explosivos provocan la muerte de un bombero voluntario, graves lesiones a otro y a dos policías.

       Inauguración de la Feria de Artesanos.

1974 Inauguración del Hito de la Argentinidad N.° 2, que recuerda la participación de San Isidro en la Reconquista.

1986 (abril) Inauguración del Monumento a la Paz, en recuerdo de la tragedia de Hiroshima y Nagasaki, por el Intendente Melchor Posse.

1989 Inauguración del busto de Mons. Pedro Menini.

2022 (12 de noviembre) Inauguración de las obras de reconstrucción de la Plaza Mitre.


 


1- PAISAJE SIN RELATO

En el comienzo, donde hoy se ubica la plaza Mitre, existía el paisaje prehistórico. Su memoria era la memoria viva y latente de la tierra y su biodiversidad, donde grandes mamíferos, como los tigres dientes de sable o los megaterios, recorrían el territorio.

Aquel escenario carecía de las barrancas, que vinieron a formarse cuando las aguas, antes más alejadas de la ribera actual, hicieron su ingresión en la planicie continental, dando forma a nuestra topografía identitaria. Mientras esto ocurría en aquella época remota, en Egipto se levantaban las pirámides. 

A este período de una geografía sin relato (porque la prehistoria de San Isidro no registra marcas humanas) siguió la "protohistoria" de San Isidro (la primera antropización del medio físico pero sin testimonio escrito), con el asentamiento de los guaraníes, llamados por los españoles "guaraníes de las rosas", por su costumbre de trabajar la tierra superficialmente, apenas rozándola. 

Vivían en grandes chozas, eran recolectores, cazadores y pescadores, pero también cultivaron ingeniosamente el oficio de la labranza, con herramientas rudimentarias, en las numerosas "sementeras", donde sembraban y cosechaban maíz, batata, mandioca, poroto, zapallo, etcétera. Precisamente, la fertilidad de las tierras de la costa norte del río de la Plata atrajo su llegada. 

Estas familias de guaraníes cuyos nombres ignoramos fueron los pobladores del Pago de la Costa al momento de la llegada de los españoles. Aquí estaban desde antes del repartimiento de las chacras por el fundador Juan de Garay.

¿Se animan a imaginarlos, construyendo y habitando sus viviendas en el actual casco histórico, arando los terrenos del Bajo, recogiendo el agua del río, recorriendo las "rastrilladas" o primitivos senderos, subiendo y bajando por la pendiente de la barranca y, por las noches, contemplando la misma luna y las mismas estrellas que podemos ver nosotros en el cielo, por encima de la Plaza Mitre?



2- CUANDO EN LA PLAZA HUBO UN CAMPOSANTO

El primer enterratorio del pueblo de San Isidro fue un “camposanto”, emplazado en las adyacencias del templo patronal.

Una alusión indirecta a este escenario fúnebre anexo al templo puede leerse en las instrucciones a la Capellanía de San Isidro de 1770, donde consta que era función del sacristán, entre otras, “llevar la cruz parroquial en los entierros y procesiones”, que ocurrían en aquel único camposanto lugareño.

El historiador Adrián Beccar Varela anotó en 1906: El atrio de la vieja iglesia, así como toda la parte de su entrada, se veían cubiertas de mármoles blancos, con sentidas inscripciones que indicaban que debajo de ellas descansaban los restos mortales de un vecino.

Seguramente era un cementerio pequeño y austero, que ocupaba el atrio y se extendía hacia la actual Plaza Mitre, separado por una tapia y pavimentado con losas al ras del suelo. En algún momento, exhibió una cruz y su peana de ladrillo que hizo colocar la Hermandad de Ánimas.

Con la creación del Cementerio Municipal en 1838, dejó de funcionar como enterratorio y paulatinamente comenzaron a desocuparse las sepulturas y trasladarse los restos y sus lápidas a la nueva necrópolis.

De este modo, ese confín de la plaza se despojaba de toda visual funeraria.

 

3- DISEÑANDO EL PASEO ROMÁNTICO

A diferencia de la generalidad de las plazas bonaerenses, la Plaza Mitre presenta un rasgo distintivo: se desarrolla en dos niveles, siguiendo la morfología de la barranca. Su parte alta, recuperaba antaño las visuales hacia el río y funcionaba como uno de los varios miradores panorámicos del casco histórico.

La concepción para el diseño original del paseo, como escaparate social, respondió a los mandatos de un romanticismo tardío, que propiciaba el encuentro con el paisaje, dotándolo de valores de jardinería, con tipas, palmeras, arbustos y flores, trazando senderos que invitan a su recorrido (e iluminados en las noches mediante esbeltas farolas), construyendo elegantes escalinatas embellecidas con balaustres y copones de referencias clásicas, y completando la ornamentación con una fuente, como si fuera el jardín de una quinta señorial.

Esta fuente monumental de líneas clásicas, ubicada en ese sector alto, estaba dotada de tres platos sobre una base acampanada o conopial, decorada, y sobre dos fustes. El plato superior descansaba sobre la cabeza de una estatuilla con forma humana, ataviada con túnica.

Puede verificarse su presencia antes del año de la demolición del antiguo templo parroquial (1895), según se observa en una vieja fotografía. Años más tarde, aparece desplazada hacia los canteros del sector bajo del paseo, aunque no debe confundirse con la fuente actual, que es posterior.

Todas estas notas románticas que daban carácter al paseo, se acentuaban, de alguna manera, por el carácter de villa veraniega que ostentaba San Isidro en aquellos años.


4- EL PRIMER RELOJ FLORAL DE SUDAMÉRICA

La iniciativa de instalar un reloj floral para completar el embellecimiento de la plaza de San Isidro, le fue sugerida al intendente Adrián Beccar Varela por su amigo José Tomás Sojo, quien le envió una postal de Edimburgo con la imagen de un artefacto de esas características.

Es tradición que, dada la singularidad de la propuesta (iba a ser el primer reloj floral de Sudamérica), el edil custodió tan celosamente el proyecto que resguardaba esa postal en su bolsillo para evitar que, por acaso, llegara a conocimiento del intendente de la Capital, y este anticipara la novedad en algún paseo porteño…

La tarea de instalación fue encomendada al relojero local, José Testorelli, quien consideró el encargo “un desafío a su profesión”. La maquinaria de origen francés fue adquirida en la casa Mautte y Mariotti de la Capital y trasladada en tren hasta San Isidro.

Testorelli llevó prolija nota de cada gasto y de las tareas realizada día tras día, desde el 6 de noviembre de 1913 hasta su inauguración, el 31 de diciembre:

A las doce de la noche, al compás de las campanas de la iglesia (hoy catedral) y con el marco de la banda de música municipal, se pone el reloj en marcha definitivamente, quedando inaugurado allí, ante un una gran concurrencia de autoridades, vecinos e invitados, quienes ovacionaron al intendente municipal Dr. Adrián Beccar Varela y al relojero José Testorelli, finalizando el acto con una sencilla fiesta.

El reloj floral constituyó un alarde de tecnología al servicio de la belleza de la plaza y pronto despertó la curiosidad de vecinos y visitantes que llegaban de todas partes para verlo funcionar. Desde entonces, se ha convertido en una marca identitaria del pueblo de San Isidro.

 

5- LA PLAZA MONUMENTADA

 

1910

Monumento a Bartolomé Mitre

Autor: Juan Arduino (italiano, 1857 – 1912).

Inauguración: 25 de diciembre de 1910.


La ceremonia inaugural de este sobrio monumento, (el segundo levantado en San Isidro), fue concurrida y comentada, contando con la asistencia de figuras políticas nacionales, provinciales y municipales (digamos que el “mitrismo” residual y militante casi en pleno) y numerosos vecinos.

La ceremonia dio comienzo con un discurso de Carlos Félix Malbrán, en nombre de la Comisión organizadora, a quien siguió el discurso oficial del Dr. Emilio Frers, varias veces interrumpido por aplausos, quien encuadró la iniciativa del monumento en los festejos del Centenario de Mayo. Luego hablaron: el intendente municipal Andrés Rolón (destacando el esfuerzo popular de vecindario para concretar la estatua), el gobernador provincial general Arias quien prefirió ceder la palabra al ministro de gobierno Dr. Néstor French, quien hizo notar que en 1906, al fallecer Mitre, se dictó un decreto provincial de honores, que incluía la preparación de un proyecto de ley para erigirle un monumento en La Plata; y que habiendo sido ya sancionada la ley, y no habiéndose todavía cumplido su propósito, el pueblo de San Isidro venía a anticiparse a la propia capital bonaerense.

Hablaron también don Nicolás Granada y la niña Sabina Mazza.

Al concluir la ceremonia (que debió ser prolongada), los escolares entonaron el Himno a Mitre del presbítero Calcagno, un nativo de San Isidro. Una nota curiosa fue el reparto de “vistas fotográficas” del monumento y de un folleto con la biografía de Mitre. También se acuñaron medallas.

Luego, la concurrencia pasó al local de la intendencia municipal, donde fue servido un lunch y pronunció un brindis Juan José Lanusse. El general Arias, que había preferido no pronunciar un discurso en la plaza, no pudo esta vez eludir el pedido de los presentes en el salón y tuvo que improvisar unas palabras (“que sentimos no recordar textualmente”, anotó el cronista de La Nación). Dado el éxito logrado con la improvisación de Arias, la concurrencia pidió que hablara, también, Indalecio Gómez, ministro del Interior, quien no se negó a hacerlo, naturalmente.

Pero el festejo parecía interminable: en el chalet Las Brisas, don Rodolfo Jiménez y su esposa doña Juana Bustamante convidaron con una taza de té a las damas y señoritas, y la reunión social se prolongó hasta últimas horas de la tarde.


El monumento

Ejecutada en mármol de Carrara, la estatua se asienta en un pedestal de granito y representa a Bartolomé Mitre, de pie, con ambas manos en los bolsillos del pantalón. Este gesto era característico en él, y es tradición que así se lo solía ver, paseando como un vecino porteño más. Además, el característico reloj cadena guardado en el chaleco y el chambergo apoyado sobre una tribuna, aparecen en la escultura. De este modo, la estatua sanisidrense evoca aquel episodio de un célebre mitin político donde Mitre habló a la concurrencia sin el sombrero puesto, alegando que ante el soberano se descubre el orador.

Se trata del primer monumento en homenaje a un prócer que se levantó en el Partido de San Isidro, a cuatro años del fallecimiento de Mitre.


El escultor Arduino

Señalado como piamontés o turinés, Juan Arduino había estudiado en institutos de Bellas Artes de Turín, Florencia y Roma. Obtuvo numerosos premios en exposiciones europeas. En Buenos Aires, adonde llegó en 1891, recibió encargos particulares de familias principales y ejecutó esculturas en edificios públicos, entre ellas un desnudo masculino de la Escuela Roca y numerosas piezas en el cementerio de la Recoleta. También, la corona fúnebre para el rey Humberto I y la Fuente de los Delfines de Belgrano.

Ya antes del Mitre para San Isidro había realizado un “busto” del prócer, que quizá sea el medallón que se conserva en el Museo Nacional de Bellas Artes. Otra obra que lo vincula a una de las familias más caracterizadas de San Isidro es la alegoría de La Caridad, para el asilo de Hermanas Pobres de San José (Bella Vista), congregación fundada por la madre Camila Rolón.

 

1921

Relieve escultórico de homenaje al centenario del nacimiento de Mitre

Ubicación: cara frontal del pedestal del Monumento a Mitre.

Autor: Ernst Müller-Braunschweig (alemán, 1860-1928).

Ejecución: Casa Gotuzzo y Piana.

Inauguración: 21 de junio de 1921.


El centenario del nacimiento de Bartolomé Mitre dio motivo a un homenaje cuyo punto central fue la misa en el templo parroquial, y la inauguración de un relieve en bronce que representa a Mitre en un discurso parlamentario. Su inauguración coincidió con la imposición del nombre de “Presidente Bartolomé Mitre” a la plaza.

La Comisión de homenaje fue presidida por Adrián Beccar Varela, quien hizo entrega formal de la placa artística al Municipio. Al aceptar el obsequio, el intendente García Valdivia oficializó, como se dijo, el nuevo nombre impuesto a la plaza. Como recordatorio del acto, se repartieron retratos y medallas con la efigie de Mitre.

También en aquella jornada se colocó una placa de homenaje a Mitre en la esquina (hoy demolida) de las calles 9 de Julio y San Martín (actual Av. Del Libertador), indicando el nuevo nombre de la plaza sanisidrense.

Inscripción: 26.VI.1821 - EL PUEBLO DE SAN ISIDRO - 26.VI.1921.

 

1934

Busto del Dr. Adrián Beccar Varela

Autor: Mario Balbi (¿? -1939).

Inauguración: 15 de mayo de 1934 (en el marco de las fiestas patronales).


La iniciativa del monumento y la ceremonia inaugural

Cinco años después del fallecimiento en Madrid de Adrián Beccar Varela, quien fuera vecino preclaro, historiador, e intendente municipal de San Isidro (1913-1914), la prensa local anunciaba la inauguración de un busto conmemorativo en la Plaza Mitre, proyecto que fuera concebido por una comisión popular en el marco de sus homenajes póstumos, presidida por el Dr. Manuel Pestaña.

Una primera colecta popular fracasó, en coincidencia con la crisis de 1930. También fracasó el aporte de las entidades futbolísticas. Pese a ello, con esfuerzos aislados de la Municipalidad de San Isidro, entidades comerciales, centros educacionales y personas conocidas por Adrián Beccar Varela, pudo concretarse (“tras muchos esfuerzos”, como señala el folleto de homenaje) el programa recordatorio que incluía: a) colocación de una placa en su sepulcro; b) imposición de su nombre a una calle de San Isidro (ex Sarandí); y c) el busto. Resultó ganador del concurso el artista Mario Balbi, que recibió en pago la suma de $8.000.

La inauguración tuvo lugar la tarde del día 15 de mayo de 1934 (previa misa y procesión en el programa de las fiestas patronales) y contó con la adhesión de diversas instituciones locales, entre ellas, los diferentes centros salesianos sanisidrenses (recuérdese que el homenajeado era cooperador de la Obra de Don Bosco y que el escultor Mario Balbi pertenecía a la comunidad educativa salesiana). También se asociaron a la convocatoria la Compañía Unión Telefónica del Río de la Plata, la Asociación Argentina de Foot-ball Amateur, el Colegio Carmen Arriola de Marín, la Asociación Libanesa de San Isidro, la Compañía Argentina de Electricidad, el Club Atlético Boca Juniors, el CASI, la Biblioteca Popular de San Isidro, el Sr. José Luis Gatti (empresario del Cine Acassuso), el diario La Comuna, la Asociación de Fomento “Los Amigos de Martínez”, la Cervecería Quilmes y el intendente municipal.

El párroco bendijo la escultura en presencia, prácticamente, de la misma feligresía que asistió al festejo devocional. Habló el presidente de la comisión organizadora, Dr. Pestaña, quien entregó el monumento a la Municipalidad. Luego habló el intendente Lambertini y los señores Máximo Álvarez Quintana y Federico Misa, por la Liga Argentina de Football y por la Asociación Argentina, respectivamente, y los jóvenes Oscar Hynes, Jorge Olivero y Dabil Yalj.


El busto artístico

El busto fue ejecutado en bronce y colocado sobre un pedestal de piedra. Su mirada se orienta hacia el “reloj floral” que fue iniciativa suya. Es destacable la articulación formal de la figura con su basamento, en unidad de lenguaje expresivo art-decó, lograda mediante la ondulación de los flancos del busto. Se trata de una escultura que, sin despojarse de la preceptiva academicista para el retrato, ya se presenta como moderna, y sigue la tendencia que venía abriéndose camino, entre nosotros, en la década del 30. En tal sentido, el artista ha seleccionado las líneas típicas para caracterizar verazmente a su modelo, eligiendo lo predominante y, a la vez, descartando los detalles meramente anecdóticos.

 

1978

Hito de la Argentinidad N.° 2

 

Este hito, vinculado a la gesta de la Reconquista de Buenos Aires, reproduce la voz de orden del párroco Márquez, convocando a los milicianos locales para asistir a Pueyrredon en la Chacra de los Márquez, en el Fondo de la Legua.

A principios de los años 70, el Instituto de Investigaciones Históricas del Fondo de la Legua estableció la demarcación de “hitos”, en diversos puntos de la provincia de Buenos Aires y de la CABA, de lo que dieron en llamar “Las 40 leguas”. La iniciativa se propuso amojonar y conmemorar con pequeños monumentos (construidos en las décadas del 70 y 80), el camino recorrido por las tropas y los sucesos acontecidos durante la Reconquista de Buenos Aires en 1806.

Cada hito exhibe una lápida de mármol, de carácter didáctico, con una leyenda epigráfica que explica al transeúnte lo ocurrido en cada uno de esos lugares.

Acompaña esta placa una mayólica de la Virgen de Luján, que recuerda que los reconquistadores se inspiraron en el manto de la Virgen, para confeccionar las cintas que los identificaban:

Del manto celeste y la túnica blanca de la Virgen de Luján fueron tomados nuestros colores patrios. A falta de uniforme militar los gauchos de Pueyrredon usaron como distintivo en 1806, dos cintas llamadas "las medidas" de 38 centímetros de largo que era el alto de la Virgen.

 


1989

Busto de monseñor Pedro Menini

Autor: Ernesto Aloisi (argentino, 1935 – 2000).

Inauguración: 1989.


Pedro Leopoldo Menini fue párroco de San Isidro entre 1933 y 1961, y luego, entre 1965 y 1966. Falleció en 1987. Su título de “monseñor” fue una prelatura de honor, ya que no ocupó la sede episcopal.

Encargado y donado por la Fundación “Natalio Salvatori”, es un busto ejecutado con economía de recursos expresivos, a modo de retrato en cemento.

La instalación del busto fue precedida de un monolito y dos placas: una de la Agrupación San Isidro Tradicional, y otra del Concejo Deliberante. La primera de ellas recuerda a Menini con tres títulos entrañables y fruto de la estima popular: cura, gaucho y amigo. Precisamente, por iniciativa de esta Fundación fue encargado el monumento.

Existe otro ejemplar de la misma pieza en el sepulcro de Menini, en el Cementerio Central de San Isidro, fechado en 1990.



6- MARCAS IDENTITARIAS. LADRILLO SAN ISIDRO Y OSN. 

La primitiva pavimentación de los senderos de la Plaza se realizó con ladrillos fabricados en San Isidro, que lucían, a modo de marca, el nombre S. ISIDRO calado en una de sus caras. Otros llevaban impresa la sigla OSN, aludiendo a su producción en la Fábrica Nacional de Ladrillos, de Obras Sanitarias de la Nación.

Los comienzos de la Fábrica Nacional de Ladrillos se vinculan con las grandes obras de salubridad y saneamiento de Buenos Aires. Una comisión creada para el análisis e investigación de las distintas plantas que pudieran abastecer con materiales nobles y de buena calidad, ubicó en San Isidro una pequeña fábrica que producía, con máquinas a vapor, un ladrillo similar al requerido y que se destacaba por la buena calidad de la tierra utilizada.

En 1873 el Estado Nacional adquirió aquel establecimiento industrial ubicado fuera de la traza del pueblo, en las actuales Av. Centenario y Tomkinson, en un terreno cuadrangular de ocho cuadras de lado, totalizando una superficie de 130 hectáreas. En pocos años fuer equipada con los elementos necesarios como el horno Hoffman, que permitía el secado de ladrillos en forma masiva, para la elaboración de grandes cantidades. El transporte de las piezas desde San Isidro hasta la Capital se hacía a través del Ferrocarril del Norte (actual Línea Mitre).

Las características más notables de estos ladrillos son la homogeneidad de su pasta, los bordes lisos y de corte limpio; y su peso, mayor que los artesanales. En sus caras principales presentan un ligero hundimiento, donde se halla la marca: S. ISIDRO, OS u OSN.

Fue la primera industria relevante del partido y tuvo una importante repercusión local como fuente de trabajo ya que empleaba más de doscientos operarios con sus familias. La fábrica produjo entre 1882 y 1883 la cantidad de 6.542.190 ladrillos, alcanzando para 1902 la cantidad de 71 millones de ladrillos, una cifra importante para la época.

El país contó en ese entonces con la primera fábrica en su clase, que proveyó de material de excepcional calidad a las grandes obras y proyectos como el Palacio de Aguas Corrientes, la Casa de bombas (actual Museo Nacional de Bellas Artes), el muro de contención, los docks de Puerto Madero, las cocheras presidenciales, la plaza de Barrancas de Belgrano, el rosedal de Palermo, los senderos y la fuente del Club Atlético San Isidro.

Y, naturalmente, en la Plaza Mitre, donde pueden verse estas piezas, en el sector medio del paseo, al pie de la escalinata, que fueron preservadas como parte del proyecto de reconstrucción de la plaza, en 2022, como testimonio de la primera gran industria sanisidrense.


7- LA APROPIACIÓN FESTIVA: ACTOS PATRIÓTICOS, MÚSICA, PROCESIÓN Y KERMESSE

A lo largo de los años la Plaza fue consolidándose como escenario de festejos populares, ya fueran actos patrióticos, religiosos o la tradicional kermesse asociada a la celebración patronal del 15 de mayo, operándose, de este modo, una apropiación festiva del paseo.

No faltaron los acordes que sonaban desde la glorieta, que ejecutaban las bandas musicales en las noches de verano, y que se popularizaron con el nombre de “retretas”. Tanto interés despertaban en el vecindario que hasta los diarios de la capital las anunciaban en sus páginas sociales como atractivo estival para disfrutar en el suburbio.

Los actos patrióticos, de fuerte intensidad cívica, solían congregar a una numerosa concurrencia en torno al palco oficial, desde el cual eran pronunciados discursos y, a veces, se entonaban declamaciones poéticas por parte de escolares. Nunca faltaba el canto del Himno Nacional, las bombas de estruendo, las guirnaldas, y las aclamaciones y los aplausos que daban marco al júbilo y al fervor así expresado por la comunidad.

Otro evento inseparable de la Plaza, desde tiempos inmemoriales ha sido, cada 15 de mayo, la procesión en homenaje a San Isidro Labrador. La devoción religiosa que convoca el santo patrono, se plasma en la reunión popular en la plaza y sus alrededores, acompañando con cánticos y oraciones las imágenes procesionales de Isidro y su esposa, Santa María de la Cabeza. Una práctica habitual, asociada a la procesión, consistía en realizar durante varios días una kermesse en la Plaza misma, donde aún hoy muchos recuerdan haber tomado parte en los juegos y entretenimientos con premios (que iban desde un pollito hasta un chanchito) preparados por diversas instituciones sanisidrenses.


8- LUZ, CÁMARA... ¡ACCIÓN!

La romántica belleza paisajística de la Plaza Mitre, donde el frondoso arbolado presta su sombra a escalinatas y balaustradas, y el entorno edificado acompaña el conjunto, no escapó al ojo atento de más de un director de cine. A la voz de luz, cámara, acción, actores y bailarines podían desplegarse en el paseo y dar vida a escenas cinematográficas que recreaban el pasado.

Un buen ejemplo de esta utilización artística de la Plaza es la película “Los muchachos de antes no usaban gomina” protagonizada por Rodolfo Beban y Susana Campos y dirigida por Enrique Carreras, en el año 1969. Varias escenas, incluyendo una viva coreografía, fueron rodadas en la Plaza Mitre, simulando una elegante evocación de época, de comienzos del siglo XX, donde no falta el paso de un tranvía por la calle del bajo.

 

LOS MUCHACHOS DE ANTES NO USABAN GOMINA

Dirigida por Enrique Carreras

Guion: Norberto Aroldi según la obra teatral homónima de Manuel Romero

Música: Tito Ribero

Fotografía: Antonio Merayo

Montaje: Jorge Garate

Escenografía: Gori Muñoz

 

Sinopsis: un joven de buena familia que aconsejado por su padre, rompe con una relación para casarse con una chica de alta sociedad. Ya en la madurez, casado, viejo y aburrido, rememora con tristeza los tiempos pasados.

 

Protagonistas: Rodolfo Beban, Susana Campos, Osvaldo Miranda, Carlos Estrada, Nora Cárpena, Sabina Olmos, Juan Carlos Dual, Beba Bidart, Guillermo Battaglia, Soledad Silveyra, Néstor Fabián, Rolo Puente, Pablo Alarcón, Trissi Bauer, Virginia Romay, Norberto Suárez, Daniel de Alvarado, Jorge de la Riestra, Juan Alighieri, Juan Carlos Lima, María Esther Gamas.

 

Duración 115 minutos

Estreno: 13 de marzo de 1969

Productora: Argentina Sono Film

 


9- UN ACTO DE SERVICIO QUE TERMINÓ EN TRAGEDIA

En el año 1972, cuando comenzaba a gestarse en la Argentina un clima de violencia política, la Plaza fue escenario de uno de esos episodios que enlutarían al país.

El 26 de julio de aquel año, aniversario del fallecimiento de Eva Perón, los Bomberos Voluntarios de San Isidro fueron alertados acerca de la colocación de uno o más artefactos explosivos en la Plaza. Al llegar al lugar, un explosivo colocado junto a un busto de Evita en lo alto de la escalinata, ya había provocado serias heridas a dos agentes policiales. Los bomberos comenzaron a actuar y luego de las primeras maniobras de resguardo de los transeúntes, arrojaron agua a un segundo paquete sospechoso ubicado a los pies del Monumento a Mitre. Pero, a pesar del empleo del agua, la bomba no alcanzó a ser neutralizada y al detonarse, provocó gravísimas e irreversibles lesiones a dos bomberos voluntarios que participaban del operativo, Carlos Ayala y Ricardo Niro. El primero de ellos falleció días más tarde.

Un tercer bombero que se hallaba en el lugar, Alfredo Gattinoni, sufrió una fuerte crisis nerviosa y como sobreviviente de aquella tragedia, en el año 2022, compartió su testimonio con este Centro de Interpretación, en recuerdo del acto de servicio de sus compañeros

En 1997, al cumplirse 25 años del hecho, fueron ofrendadas tres placas de bronce que todavía hoy recuerdan a los bomberos caídos en cumplimiento del deber.



10- MI PLAZA MITRE: ESCENARIO PARA UNA MEMORIA FAMILIAR

La fotografía vino a popularizar, con la marca de la modernidad, ese deseo latente en el corazón de los seres humanos de inmortalizar un instante. Ciertos momentos y también ciertos lugares invitan a esa ilusión de eternización de la cual son portadoras las imágenes fotográficas.

La Plaza Mitre fue, es, y seguirá siendo uno de esos lugares donde vale la pena retratarse. Ya sea con motivo de un paseo familiar, un acontecimiento inusual como fue la nevada del 9 de julio de 2007, o la tradicional foto de los novios el día de su casamiento.

Asociar un momento entrañable a cualquier rincón de la Plaza mediante una fotografía, es la construcción anticipada de un recuerdo. Y la suma de todos esos recuerdos retratados en la Plaza Mitre construye ese gran álbum donde se identifica una comunidad.

 




LÍNEA DE TIEMPO. COSTA DE SAN ISIDRO (EN PROGRESO)

Por Marcela Fugardo 10.000 a.c. La "era del hielo" local En el comienzo, el paisaje y su biodiversidad se vieron afectados p...